Gran conocimiento de la vida del barrio, enorme solvencia técnica para componer y tremendas agallas para soltar frases lapidarias. Todo ello confluye en la inglesa Kate Tempest. Se trata de una mezcla explosiva que la coloca entre lo más destacado de un año sacudido por la muerte y la política. Partieron ídolos históricos, la violencia y los conflictos armados se extienden, mientras la política se torna aún más delirante y negligente.
¿Cómo hacer frente al desasosiego y el incremento de la barbarie? Pues tenemos al arte para pertrecharnos y plantar batalla. La música se torna en un escudo protector que nos cubre de la estulticia y la sinrazón. Existen pues distintas aristas y atributos para caer seducido por el sobrado talento de una artista total de 30 años de edad. Aunado a que me piden argumentos muy personales –y sobran- para determinar la elección.
Entonces parto de un asunto fundamental; en el actual escenario de la literatura cada vez hay menos espacio y posibilidades para la poesía. Se edita relativamente poco (con relación a otros géneros), se vende menos y sus lectores son contados. Me parece loable que los autores busquen la manera de mostrar lo suyo a la gente a través de diferentes recursos. Y es que este álbum está dedicado en un 50% al spoken word. Aquí hay una joven poeta que se deja ir -con o sin fondo musical- para plasmar el estado de las cosas de su propio entorno.
Ella proviene de Brockley, un barrio del sureste londinense, que tiene una sabrosa mezcla racial; ahí viven africanos, caribeños y asiáticos conviviendo con británicos. Lo que hace es observar a la gente y enterarse de historias que hablan de delirios y miserias humanas. Utiliza la ordinaria locura para construir narraciones que también se musicalizan. Por ejemplo, «Ketamine for breakfast» es un contundente madrazo a propósito del lado salvaje de la vida. Es así como los adeptos al trap y el resto del hip hop contemporáneo se insertarán al escucharla -casi sin querer- en el entorno poético de una escritora a la que se puede leer en español en Mantente firme, editado por la española La Bella Varsovia, asentada en Córdoba.
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Si ya con su debut Everybody Down (2014) estuvo cerca del Mercury Prize, ahora se mantiene en lo más alto; y no sólo en una disciplina, el año que viene editará la novela The Bricks That Built The Houses, con Sexto Piso. También se ha abierto espacio como dramaturga debido a la acidez y precisión con que plasma los comportamientos de las personas en sus dramas consecutivos, al tiempo que asimila los traspiés de la política internacional. En «Europe is lost» se deja ir con: “Europa está perdida/ América está perdida/ Londres está perdido/ aun así clamamos victoria”. El pulso del 2016, sin duda alguna.
Kate Tempest tiene ambición, sobrados recursos literarios, sólida cultura e intuición musical. Una combinación cada menos usual en el panorama internacional de la música. ¿De qué manera resumir lo que hace? Algo bueno nos debe dejar la mediosfera; es: «como Wu-Tang Clan recitando a William Blake». Una maravilla, nada menos.
Kate Tempest
Let Them Eat Chaos
(Lex Records/ Fiction, 2016)
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