Por Adrián Ávila / @nicolaiwebster
Hay una fuerza expresiva en el hip hop como en ninguna otra forma narrativa. Desde 1982, cuando Melle Mel cantó A child is born with no state of mind en el sencillo «The Message» de Grandmaster Flash & the Forious Five, el mundo se dio cuenta de que el hip hop no era un mero entretenimiento para los grupos segregados. Aquel género musical tan joven, más allá de la fiesta y el poder, podía reflejar una condición social desoladora.
35 años después, Vince Staples continúa reflejando esta fuerza en la lírica del hip hop contemporáneo. Desde su primer mixtape, Shyne Coldchain Vol.1 (2011), el artista californiano ha demostrado su calidad poética al depurar sus rimas hasta lo esencial. No abusa de la hipérbole, no lleva acabo abstracciones y sus oraciones son simples, sin mucho revuelo por contar lo que sucede. My momma told me I’m living crazy/ I’m just being what she made me/ Dealing with the luck she gave me canta en «102».
Staples rapea sobre la intimidad de lo desolador. La vida como es. En sus letras no abundan mártires, deseos de venganza, poder, peleas contra otros o deseos amorosos; y si existen, estos son arrojados al mismo costal, porque una constante en las letras es lo absurdo de la vida. En «Like it is», incluida en su álbum Summertime ’06 (2015), tras una descripción sobre los anhelos de su vida, el narrador termina por decirnos It don’t really matter anyway, we all gon’ die one day man. One day.
Nos hallamos ante un yo lírico que habla como un profeta que ha visto al mundo desnudo, sin significados trascendentales. Todo parece frágil como si las cosas se perdieran de forma abrupta. Incluso en la ejecución musical encontramos esto. Los finales de su primer mixtape y de su primer álbum no tienen un cierre, la música simplemente deja de sonar de un momento a otro. Un golpe de silencio, nada más.
Al inicio de su último EP Prima Donna sigue algo similar. En «Let Shine» podemos escuchar a Vince recitar una canción gospel infantil de forma melancólica hasta que es interrumpido por el sonido de un disparo. Incluso la voz del rapero de Long Beach contribuye de forma musical. La dicción y fluidez que imprime al momento de recitar convierten a su voz en otro instrumento: una armonía con significado textual.
Los arreglos musicales de su obra no son ostentosos. En su mayoría son lentos, pesados y con un ritmo al estilo de los inicios de RUN-DMC. Sin embargo esto sirve para dejar fluir la voz y que el significado resalte. Es como lo explica Nerdwriter1 en su video sobre «All Along The Watchtower», aunque para él la versión de Hendrix es fantástica, el sonido de la versión de Dylan encaja mejor con la narrativa de la letra.
Vince no es el único rapero que habla sobre lo íntimo de lo desolador: Ice-T, N.W.A., Wu Tang Clan, Nas, Chance The Rapper y Kendrick Lamar lo han hecho, pero ninguno de una forma tan sobria y desoladora como Staples. Don’t say you feel my pain ‘cause I don’t even feel myself, blood rushing through my brain, sometimes I wanna kill myself es una de las tantas oraciones que se quedan marcadas de «Smile», por ejemplo.
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La calidad de Staples hace que canciones como «Smile» no parezcan el lamento de un chico emo, sino las situaciones del día al día en un ambiente violento. Tal vez este no sea un hip hop para disfrutar, pero artistas como Vince son importantes para la escena musical, pues ayudan a recordar que no todo es fiesta y despilfarro. Son críticos de su propio género.
El rapero de Long Beach visitará México el próximo 29 de marzo como parte del cartel del festival Ceremonia. Para estos tiempos de violencia, separación y xenofobia, es bueno escuchar uno de los pocos raperos que no temen quemarse la lengua con el fuego de sus palabras. Pues ante los problemas del mundo, no hay nada mejor que una reflexión con los pies en la tierra.