Hong Sang-soo, el cineasta surcoreano más afrancesado según la crítica, posee una suerte única: se siente libre de filmar lo que quiere, sin pretensiones, con presupuestos modestos y con un selecto público ávido de ver sus películas.
Hong Sang-soo, el cineasta surcoreano más afrancesado según la crítica, posee una suerte única: se siente libre de filmar lo que quiere, sin pretensiones, con presupuestos modestos y con un selecto público ávido de ver sus películas.