Por Carlos Priego
Ni un solo día de su vida dejó de ser una mujer con un inmenso amor hacia las múltiples realidades, hacia los animales, hacia la música. Tampoco cuando pasó el peor momento de su vida y fue acusada de estar detrás el movimiento estudiantil con el propósito de derrocar al gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz. La mujer que se adelantó al realismo mágico y que fue perseguida por desmarcarse de la comunidad intelectual de su época. Hoy, a casi 49 años de ese 2 de octubre en que la imagen de Garro comenzó a derrumbarse por completo, un libro remueve los escombros para reconstruir y entender la vida de una de las escritoras latinoamericanas más importantes del siglo XX.
Debo olvidar que existí (Debate) de Rafael Cabrera (Ciudad de México, 1983), es un reportaje que refleja a Garro pero también a las personas que la rodearon, a aquellos que terminaron consumidos por estar cerca de aquel orden solar.
Fue dueña de un inmenso amor al misticismo del Guerrero de los campesinos, de sus recuerdos de infancia, que nunca dejaron de estar presentes en su obra. Nunca falló, nunca dejó de practicar esa mirada crítica, polémica, aguda ante lo que sucedía: «ya sé que hablar aquí es el mayor de los delitos; aquí donde el terror ha reducido al hombre al balbuceo. Pero yo no renuncio a mi calidad de hombre». Ello en medio de una de las mayores barbaries, uno de los episodios más oscuros de México.
La fórmula aplicada, se intuye, fue la siguiente: Rafael Cabrera dialoga con el lector y sigue la narración en la que al final del día ha logrado capturar la esencia de Garro. No interpreta, actúa como un periodista y se apega a la noticia, busca entender su historia y contarla a los demás. «Porque estoy seguro de que es una historia que no debe caer en el olvido».
Y no quedará. Con su trabajo, el joven periodista mexicano reafirma lo que demostró junto a sus compañeros en La casa blanca de Peña Nieto (Grijalbo), ser un investigador de primer orden, hacer un análisis de las fuentes con el fin de exponerlas y que los lectores aprecien el significado y las posibles aristas de los acontecimientos que sucedieron alrededor de Elena. «Ante todo, he querido reconstruir y entender una historia llena de incongruencias, confusiones y silencios de una autora fundamental para la lengua española».
Los juicios y sentimientos se reducen a la mínima expresión; y si afloran, responde a propósitos estrictamente narrativos, «Elena Garro siempre fue así: un rompecabezas cuyas piezas quedaban esparcidas por donde pasaba. Después de 1968, y ante sus múltiples mudanzas, esta conducta se exacerbó: Elena Garro se iba desintegrando con la misma furia que un meteoro que atraviesa el cielo».
Sus manos, las de un periodista que sabe escribir, lograron dar brillo al drama humano de muchos personajes (Carlos Madrazo, Socrátes Amado Campos Lemus, Luis Echeverría y Fernando Gutiérrez Barrios). Se percibe a un periodista con una voz madura que proyecta un rayo de luz incluso en los personajes más polémicos. Ha mirado con pasión lo sucedido y observado a las personas como hormigas andantes, se acercó con telescopio para descubrir sus rostros. Se ha interesado por las personas que hay detrás de los personajes.
Sin juicio ni sentencia, el reportaje se lee como se contemplan los libros de historia, para proyectar la verdad y salir de este mundo de sombras. Es una lectura didáctica, ni académica ni superficial, como lo diría Carlos Monsiváis, «la historia para fortalecer y ampliar la ciencia colectiva; para hacer la recuperación y el olvido selectivo del pasado un instrumento de identidad crítica».
Rafael Cabrera es un hombre curioso que se hace muchas preguntas, y por eso viajó a través del tiempo, a otra época, en busca de respuestas. Se convirtió en un explorador de contextos para encontrar las causas que quizá explican lo que sucedió.
Cabrera se fijó un objetivo: una investigación que desmenuzó en el proceso y luego transformó en una pieza de historia. Se enfrentó a la labor de ordenar cientos de documentos, clasificarlos y limpiarlos para poder ofrecer un retrato que busca la misión de esclarecer y ofrecer otro punto de vista a una actualidad que llega a ser cruel y desconsoladora.
El periodismo de investigación es una disciplina que requiere tiempo, dedicación y profundidad para tratar temas controversiales a los que les cuesta trabajo tocar la luz. Antes los periodistas formaban parte de un grupo muy selecto y se les valoraba. Ahora el mundo de los medios ha cambiado y los verdaderos periodistas se han convertido en una especie casi extinta. En un panorama de pocas investigaciones rigurosas, la revolución tecnológica ha dominado con la cultura del clickbait. Por ello trabajos como el de Rafael intentan reacomodarse en un lugar menos efímero que alcancen la trascendencia que acaso consideremos necesaria.