Por Yesenia Torres
Cuando una historia derrama tantas emociones no puedo evitar pensar que es autobiográfica. En su presentación, La muerte juega a los dados, el más reciente libro de Clara Obligado (1950) publicado bajo el sello editorial Páginas de Espuma, la autora afirma que se trata de una realidad ficcionada. Confirmo mi hipótesis.
¿Cómo se podría escribir una realidad ficcionada? Combinando los recursos que permite la memoria: acudir a la realidad más auténtica, la que sucede aquí y ahora, junto con la otra, la que ha sido procesada por la máquina temporal y que nos permite recordar la vida a nuestra conveniencia convirtiéndola en una especie de ficción. La escritora argentina tiene muy claro este ejercicio, pues al momento de encontrarse e inmortalizarse a través de las letras, se desnuda frente al lector, llega al corazón de manera sigilosa, inocente, elegante y poética. Sincera.
Se trata de uno de esos libros que con hilos invisibles puede llegar a sacudir el alma de quien lo lea. La mejor forma de seducir a alguien es no intentar hacerlo. Obligado no tiene la intención de escribir la mejor novela y eso le permite inventar sus mejores recuerdos, sí, inventarlos, en las historias de otras personas.
El libro es una historia dividida en muchas. Una vez más la función memorial. Se puede leer un capítulo sin necesidad del anterior ni el posterior, y sin embargo al ser leídos de forma lineal, siguen un orden a pesar de no tener intención de llevarlo.
Clara Obligado nació en Buenos Aires, Argentina y es exiliada política de la dictadura militar. Desde 1976 vive en España. En La muerte juega a los dados la escritora regresa a la vida porteña de 1936 y habita en por lo menos tres personajes: la solitaria y enigmática joven Sonia, la invisible pero asfixiante presencia de una madre, y la piel de Héctor Lejarréga, ese tipo de hombre que marca la vida de una mujer o que por lo menos cualquiera imagina que cruce su camino.
En una sentencia contradictoria, Obligado escribe, «Europa es un sueño que sólo existe en la mente de los latinoamericanos», ¿cuál pudo ser el sueño de un latinoamericano a principios del siglo XX?, ¿cuál pudo ser el de un argentino durante la dictadura militar?, ¿qué sueña alguien que escribe desde un lugar deseado sobre otro que en algún tiempo fue una pesadilla?, ¿puede convertirse un sueño en pesadilla?
Pronostico que el libro podría decepcionar al lector que juzga a partir del título, pues aunque coquetea con las bases de una novela policiaca, pudiera no encajar con el público que busca leer sangre o altas dosis de suspenso.
La muerte es un fantasma y el fantasma es el pasado. La memoria es capaz de respaldar que La muerte juega a los dados ofrece un momento de reflexión sobre nuestros recuerdos y el uso que les damos. En torno a la mano del azar, el destino o como queramos llamarle a cualquier hecho relevante o insignificante que cambió o aportó algo para estar en el presente, es decir, en esa única realidad.
Una vez más, la escritora que recibió el Premio Setenil al mejor libro de cuentos en 2014 con El libro de los viajes equivocados y en 1996 el premio femenino Lumen por La hija de Marx, nos invita gentilmente a asomarnos a su vida un tanto maquillada y a encontrarnos en la propia, no menos confusa, no menos real, no menos ficticia que la que Obligado nos regala en esta(s) historia(s).
La muerte juega a los dados, Clara Obligado. Páginas de Espuma. Madrid. 232 páginas.