Justice League: No puedes salvar la franquicia con una película

Por Adrián Ávila

Me he puesto a pensar mucho en los elementos que contribuyeron al fracaso narrativo de Justice League. Podría hablar de sus excesivas escenas de acción, su falta de ritmo, sus constantes deus-ex machina, el CGI del bigotito de Superman o la rapidez con que ocurre la historia, pero al hacerlo caería en el mismo error de la película: querer abarcar mucho en poco tiempo. Por ello he decidido focalizarme meramente en el fallo más grande de todos: su falta de desarrollo de personajes.

Justice League (Zack Snyder, 2017) es una obra que relata la anécdota de cómo un hombre disfrazado de murciélago recluta a un equipo de cinco seres extraordinarios, prácticamente desconocidos entre sí, para enfrentar una amenaza surgida de la nada. A pesar de sus diferencias, los individuos deciden hacer a un lado sus miedos y problemas personales para unirse en pos de un bien mayor y derrotar al enemigo en común. En resumen, estamos ante un relato del trabajo en equipo.

Esto exige a los guionistas crear seis personalidades bien definidas, las cuales puedan interactuar entre sí de forma dinámica y definirse frente al público. Cada uno, con una particularidad especial, debería contribuir a crear un equipo invencible. Como si la Liga de la Justicia fuera un individuo conformado por cada uno de sus miembros.

Pero los guionistas prefirieron hacer una película donde la Liga está conformada por cinco individuos, o piezas, que buscan despertar a Exodia el inmortal para vencer a los invasores del espacio exterior. El único trabajo en equipo se observa a la hora de despertar a Superman, pero no se ven integrados en la lucha como tal porque simplemente Aquaman, Batman, la Mujer Maravilla, Flash y Cyborg pelean a la defensiva esperando la llegada de su deus ex machina, mejor conocido como Superman, para resolver el problema.

No hay equipo porque el único que parece capaz de resolver una pelea es Superman. Y sí, Kal-el es poderosísimo, pero utilizarlo así ensombrece el trabajo de los demás. En la serie animada de la Liga de la Justicia podemos observar una mejor integración del equipo. Cuando Brainiac se fusiona con Lex Luthor y vence a toda la liga, es Flash quien derrota al máximo villano alcanzando el cenit de su velocidad. En la saga de “Torre de Babel” se descubre que Batman tiene un plan para vencer a cada miembro de la Liga y al final, Superman le entrega un pedazo de criptonita porque sabe que, si pierde la cabeza, habrá alguien capaz de detenerlo.

Pero todas estas posibilidades de personajes se pierden en la película de Zack Snyder y Joss Whedon. Tanto Flash, Cyborg y Aquaman aparecen con un problema familiar que los persigue, pero que no tiene implicaciones en su comportamiento durante el resto del largometraje dejando así un punto ciego en la narrativa. El resto, Batman, Superman y la Mujer Maravilla están allí con el trasfondo de sus películas anteriores, pero sin explotarlo más allá de unas cuantas riñas caprichosas.

Aquaman, Batman, Superman, la Mujer Maravilla, Flash y Cyborg son personajes difíciles de desarrollar debido a sus referentes contextuales. Los hemos visto en cómics, series de televisión, películas y hasta videojuegos. Existe una imagen general de cada miembro de la Liga de la Justicia formada por todas esas narrativas. Y si los guionistas no se toman el tiempo de desarrollar una personalidad propia para cada uno de los personajes, entonces el espectador recurrirá a otras referencias que probablemente poco tengan que ver con la visión del escritor.

Por ello, la mayoría de los personajes en Justice League parecen planos. Los guionistas no dejaron el tiempo suficiente para madurarlos, conocerlos, ver más a fondo cómo la personalidad de uno creaba fricción con la de otro o viceversa. Sí, hay unos cuantos conflictos como cuando reviven a Superman, pero éste no tiene relevancia más allá de que el Hombre de Acero se despertó confundido y no sabe qué hacer. La única referencia que el espectador tiene sobre los héroes en la pantalla está fuera de la pantalla.

Así, tenemos un Batman patán en lugar de un héroe. El fracaso de los personajes se podría resumir con un simple diálogo: Barry Allen le pregunta a Bruce Wayne «¿Cuáles son tus superpoderes?», a lo que éste responde «Soy rico». Nada más. Como si la única virtud de un héroe tan emblemático fuera su herencia. Se deja de lado la inteligencia del único hombre capaz de hacerle frente a Superman. En JLA: War (2014) los guionistas muestran que el poder de Batman es su concentración con una simpe escena donde le quita el anillo a un Linterna Verde jactancioso y distraído. En la serie animada el mismo Batman dice que su superpoder es que nunca se rinde.

Ese diálogo entre Barry Allen y Bruce Wayne nos habla no solamente de los personajes en la película, sino de quienes están detrás de ella. Son tipos con dinero, capaces de juntar un buen elenco, pagar efectos especiales sorprendentes y juntar a un grupo de héroes emblemáticos, pero carecen de inteligencia narrativa. Lo cual resulta dañino para la industria de los superhéroes porque, mientras Marvel acercó a un público al mundo de los cómics, DC parece estar alejándolo.

Me parece triste ver que DC Cómics tenga fallo tras fallo en la industria del cine porque es un compañía con un sinnúmero de buenos argumentos e historias emblemáticas. Sin embargo, todo esto es consecuencia de sus decisiones precipitadas, de su falta de amor por lo que hacen y su ambición por alcanzar al universo cinemático de Marvel a pasos agigantados, pero sin firmeza. Una franquicia tan grande no se resuelve en una sola película.

https://www.youtube.com/watch?v=uqqUY2KAMo4

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