Foto y texto por José Manuel Bahamonde
La palabra “vida” no solamente se refiere a la propiedad o cualidad esencial de los animales y las plantas por la cual evolucionan, se adaptan al medio, se desarrollan y se reproducen. Si no que también nos podemos referir al tiempo en el que un objeto existe. Lo mismo ocurre con “muerte”, cuando este objeto deja de existir decimos que murió.
Construida en la segunda mitad de los años cuarenta, por los religiosos de San Juan de Dios, a un costado de la avenida Insurgentes, yacen los restos de la Clínica San Rafael. Destinada a la atención de pacientes con enfermedades mentales, esta clínica fue foco de grandes controversias, como el particular caso de Mario Cantú. Navengando en internet encontré su historia. En pocas palabras, este personaje fue encerrado en la clínica debido a un conflicto de interés con su madre; ella le mandó a unos enfermeros de la institución, para que le anestesiaran y encerraran contra de su voluntad.
En 2013 se ordenó la demolición de la clínica, sin dar explicación alguna. Algunos mitos urbanos explican cuál fue el motivo de clausura de este inmueble, y van desde aburridas demandas, hasta teorías de conspiración, pasando por historias de asesinatos, como la de una paciente paranoica que se escapó y mató a tres enfermeras en el acto.
Antes de que concluya por completo la vida de este icónico y tenebroso lugar, me adentré en el edificio para documentar lo que queda del conjunto de muros y pasillos.
Las paredes desgastadas le dan vida a la humedad, mismas que han llegado casi al fin de sus días. Los rayos de sol, que entran por un vitral, bañan la pared de una luz colorida que delimita la oscuridad. Dentro del edificio se respira tensión. La idea de estar en un hospital mental abandonado me persigue en la cabeza.
Sigo avanzando y encuentro varios cuartos, consultorios, salas de espera, baños. Lo que eran pruebas psicológicas en su momento ahora son simples papeles que tapizan el suelo por el que caminas. En donde alguna vez se buscaba preservar la vida por medio de la salud mental, hoy encontramos vacío, silencio, muerte.
Sube más fotos! Cómo lograste que te dejaran entrar???
Gracias! Yo siempre tuve ganas de conocer por dentro este hospital (solo por curiosidad). Me lo imaginaba muy bonito no sé por qué. Después cuando lo desocuparon, pensé que se podría ver tétrico. Con sus fotos ya no me quedé del todo con las ganas.
Insurgentes con que otra calle a que altura estaba por favor
Yo hice mi servicio social en el servicio estreno de la clínica, Marcelo Pasternac y Nestor Braunstein también pasaron por ahí … Silvia Bleichmar era asesora científica de un proyecto del cual formé parte. En realidad había vida o por lo menos intentos importantes de dar vida!
Da lastima ver publicaciones que se escriben desde una mentalidad mirbisa y fuera de la realidad. Pir que no que no investigan un pico mas con seriedad antes de esctibir tanta mierda!!!
Me interesa saber tu punto de vista acerca de mi artículo, ¿qué te hace pensar que no investigué, o ¿qué fue lo que te pareció escrito de forma morbosa? Con la crítica se aprende, Saludos!
Estás amargado.
Muchos años para crearlo y muy pocos para destruirlo. Siempre es más facil construir que destruir.
Cobraban carísimo,porque era particular,que triste es enterarte de la verdad.
Creo el comentario demerita a tan grande e importante Institución, además de grandes maestros de la psiquiatría dejaron sus enseñanzas ahí. Generaciones de psiquiatras egresaron de sus aulas de enseñanza y tan experimentado campo clínico.
Clínica San Rafael, viven en la experiencia y vida de la salud mental en México.
Muy interesante artículo. Felicidades.
le hace falta mas info al articulo
Por una enfermera que atendia a mi abuela supe que lo habían cerrado por mala administración.
Ls Clínica San Rafael no fue un paraíso, como ningún hospital lo es, pero tampoco fue el infierno que pintan. Lo cerraron simplemente porque dejó de ser «rentable» para sus dueños, otra cosa son todas las leyendas, mitos y mentiras que describe este texto, tan amarillista y carente de seriedad. Asesinatos, complots y no sé cuántas estupideces más… Son patéticos los efectos de la ignorancia, el desconocimiento y la tontería.