Por Manuel Rueda
«Yo me sentí muy rara. De pronto Katarina le dijo: ¿por qué no vienes aquí? Ella le ayudó a quitarse los jeans y la camisa. De pronto él estaba encima de ella. Ella sostenía su trasero mientras él la penetraba. El otro chico se sentó a mirar. Katarina murmuraba al oído del chico y reía».
«El rostro de él estaba junto al mío. Estaba rojo, hinchado. De pronto me di la vuelta y le dije: ¿no vendrás conmigo? Y Katarina dijo: ve con ella ahora. Él la dejó y cayó sobre mí, con una erección. Me tomó el pecho. ¡Me dolió mucho! Yo estaba muy excitada y tuve un orgasmo enseguida. ¿Puedes creerlo?».
«Sentí algo que nunca había sentido. Sentí cómo su esperma entraba en mí. Él sostuvo mis hombros y se inclinó hacia atrás. Yo tuve más orgasmos. Katarina miraba y lo sostenía desde atrás. Cuando él acabó, ella lo tomó en sus brazos y usó su mano para tener un orgasmo. Cuando lo tuvo, gritó y gimió».
Lo anterior es el monólogo incluido en la cinta Persona (1966) de Ingmar Bergam en el que Bibi Andersson (Estocolmo, 1935) relata a Liv Ullmann (Tokio, 1938), la otra protagonista, una orgía que había vivido algún tiempo atrás. Se trata de una de las cintas más representativas del director sueco y uno de los puntos más recordados en la carrera de la actriz.
Andersson es una especie de Marilyn Monroe europea, sólo que a diferencia de la norteamericana, la sueca no tuvo el impacto sexual que hubiese querido, «la culpa de que yo no haya sido una ‘sex symbol’ la tiene Bergman», le dijo a El País en 1991. Hoy cumple 80 años. Ingmar tendría 97 de estar vivo.
Su incursión en el mundo del cine y el teatro no fue un asunto intencional, tampoco un sueño de adolescente, mucho menos una meta profesional. En una época de crisis en Suecia, a Bergman le fueron encomendados 10 comerciales de una marca de sopa. Bibi llegó al estudio, él la puso a cuadro y a partir de entonces su relación personal y profesional comenzó a tomar forma.
«Decidí ser actriz sólo porque las personas me halagaban y decían que era hermosa», le confesó a Ricardo Bedoya en El placer de los ojos, un programa de televisión peruano.
Liv y Bibi son las actrices más recurrentes en sus películas y las dos fueron sus amantes, sin embargo con ninguna se casó. Incluso con la primera tuvo una hija que no lleva su apellido, la escritora Linn Ullmann. Fueron ellas sus musas profesionales que jamás alcanzaron el título equivalente. Ambas protagonistas de Persona. Una sueca y otra noruega. Escandinavas al fin.
«Bergman siempre me decía, y no le entendía entonces, que estaba siempre tan enfadado porque era la puta de todo el mundo»
– Bibi Andersson
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