«El amor puede ser una pesadilla absoluta, pero igual vamos hacia él porque es inevitable»: Alain Guiraudie

Por Óscar Tinoco

El éxito de un cineasta depende de muchas circunstancias y puede tomar muchos años alcanzarlo. Existen algunos cuantos que apenas con su ópera prima ya saborean las mieles de la fama, y también hay muchos otros que no corren con la misma suerte. Llegar a la cima es un camino angosto, delirante y de muchos obstáculos, donde la competencia se torna voraz entre tanta sobreoferta audiovisual, provocando así que muchas propuestas de distinta índole se queden en las sombras y pasen desapercibidas.

Algo parecido le sucedió al francés Alain Guiraudie (Villefranche-de-Rouergue, 1964), quien después de varios intentos para abrirse un espacio en la escena cinematográfica, a sus 51 años superó el anonimato y logró alcanzar el tan anhelado reconocimiento internacional. Quizá una edad avanzada para un artista, uno del que su obra había permanecido en la clandestinidad por mucho tiempo hasta que Cannes la sacó del rincón.

En la edición 2013 del Festival de Cannes, dos cintas destacaron entre todas las participantes: La vie d’Adèle de Abdellatif Kechiche y L’Inconnu du lac del mismo Guiraudie. Ambas de origen francés, compartían ciertas particularidades: narraban historias sobre amores homosexuales y contenían escenas de sexo altamente explícito, además de que contaban con un estilo muy peculiar que las hacía diferentes entre sí.

El filme de Guiraudie, un thriller erótico celebrado por la crítica especializada, que plantea de manera sutil el impulso de sucumbir ante una persona por el deseo y los riesgos que esto conlleva, posicionó al director como uno de los más interesantes del cine de autor. Una historia donde nada queda a la deriva ni a la imaginación. Todo es expuesto crudamente con la especial narrativa del francés.

En la cinta, un lago es testigo de una serie de encuentros sexuales entre un grupo de bañistas en busca de placer. Aquí, Franck, joven apuesto y viril, sucumbe ante el misterioso Michael, Un hombre bigotudo y encantador con el cual establece una relación pasional pero que también esconde una doble identidad. De pronto, Franck es testigo del brutal asesinato de Michel a su pareja, y esto en lugar de atemorizarlo, enciende en él una pulsión sexual y a partir de ese hecho comienza un juego de poder del cual ninguno de los dos puede escapar.

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De esa forma, Alain ganó la sección Una Cierta Mirada en Cannes. Y debido a la tremenda calidad de la cinta, muchos críticos se preguntaron el por qué no había competido en la Selección Oficial por la Palma de Oro. El director, caracterizado por su amplia modestia, respondió hasta el cansancio que según él, «existe tal histeria sobre las películas que compiten en Cannes, que todo se transforma fácilmente en un juego de masacre». Dejando claro su desinterés por los reflectores mediáticos, pues sabe bien que aunque su cine llegue a una selecta minoría, lo hará con mayor fuerza.

Pasados tres años desde su ascenso, este 2017 llega a cartelera –luego de estrenarse y ser presentada por el mismo Guiraudie en la pasada edición del Festival Internacional de Cine de la UNAM– su más reciente filme Rester Vertical (2016), una cinta compleja y siniestra a la vez, la cual viene a confirmarnos el estado de plenitud  en el que se encuentra el realizador. De nuevo, no teme en mostrar encuadres con órganos sexuales al aire, o incluso, imágenes de un parto natural, dejando de lado el estigma de aquel momento como algo netamente bello. Tampoco duda en tocar temas como la eutanasia o la gerontofilia: la atracción sexual por los ancianos.

Guiraudie se ha convertido a la fecha en uno de los cineastas más atrevidos y provocadores del cine de autor, y ha dado de qué hablar con este nuevo filme aunque no en los niveles de su cinta anterior, pues aunque formó parte de la Competencia Oficial en Cannes 2016, la cinta fue ignorada por el jurado. De cualquier manera la película constituye un reto casi imposible que persigue a muchos realizadores luego de concebir una obra maestra: estar a la altura de las expectativas.

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Alain Guiraudie pertenece a una generación de artistas que creció bajo la idea de la representación del homosexual como un ser afeminado y drag queen, pero este tipo de precepto, señala él mismo, ha provocado demasiado daño en la imagen de la comunidad.

El realizador es un autor único y diferente. Su obra expone abiertamente una orientación sexual y las inquietudes que más le han han pasado por la cabeza, como la represión del sexo en el cine: «cuando una pareja se besa, después nos los encontramos desayunando al otro día. Mi idea es dejar de dar vueltas: en el amor hay sexo. No me podrán sacar de la cabeza que en los más grandes impulsos pasionales, el sexo juega un rol primordial… que el sexo sea mostrado de frente, explícito y sin vueltas, es un aspecto crucial en relación al tópico del deseo y los distintos tabús que lo rodean», comentó en una entrevista concedida a Le Figaro.

El acercamiento de Alain con el cine se dio de manera paulatina, pero inconscientemente estuvo desde siempre ahí con diversas historietas, las cuales constituyen la base de su influencia de arte cinematográfico. Cuando tenía 16 años, el impulso de hacer cine estuvo latente con series de televisión como The Untouchables de Robert Stack o The Invaders con David Vincent. «Pero lo que realmente me influyó con la idea de la imagen, fueron los comics, y en especial Tintín. Hay algo cinematográfico inherente en esa obra», relata.

Radicado en el departamento francés de Averyon, ubicado a 700 kilómetros de París y 150 al norte de Toulouse, Guiraudie creció en torno de esta zona caracterizada por sus veranos secos y su trabajo parece siempre ligado al campo, indica añorar las épocas en las que se metía al establo para buscar refugio de los crueles inviernos. Este recuerdo es regresa a él constantemente al momento de construir sus películas. Otro factor es su militancia comunista, la cual no está claramente reflejada en su cine, sin embargo el simple hecho de filmar resulta para él un acto político de cierta índole.

El cineasta, contra lo que se pudiera pensar, observa en su país una brutal desigualdad artística, la cual ha construido sus cimientos en la zona centro, más precisamente en París, y ha excluido al resto de un desarrollo incipiente, tal es el caso del estado donde reside a la fecha. Guiraudie, alejado de toda la parafernalia de la alta cultura, desarrolló su obra en el mundo rural, del que todavía le es imposible distanciarse. Rodeado de cultivos, animales de granja y largos ratos de soledad anclados en la lectura, el realizador se interesó por el arte de la imagen en este contexto.

Para Alain «el amor puede ser una pesadilla absoluta, pero igual vamos hacia él porque es inevitable, porque nos llama, porque nos gusta». Sin deseo no hay sexo, y sin deseo tampoco hay vida. El deseo es el eje fundamental del impulso sexual, y ha constituido la base de sus cintas más sobresalientes.

En su filmografía compuesta por 6 cortometrajes y 5 largometrajes, destaca Le roi de l’évasion, una comedia muy particular donde también sobresalen escenas de sexo explícito. Producida en 2009, cuenta la historia de un homosexual trastocado por la crisis de los 40 que tras una serie de sucesos, se cuestiona su propia orientación sexual cuando queda cautivado por una chica de 16 años y se fuga con ella. Otro film de notable reconocimiento es Ce vieux rêve qui bouge, relato que sigue a tres grupos de obreros de una fábrica que está a punto de cerrar sus puertas y el amor que surge entre ellos en medio del desastre.

Rester Vertical ha sido elegida como una de las mejores cintas de 2016 por la revista Cahiers du Cinéma. Y es que el autor esboza lo que mejor sabe: ser provocador y sutil. Todo ello, compuesto de una tenue narrativa que acompaña al espectador con el protagonista Leo, un cineasta que atraviesa un bache creativo y decide buscar en el campo nuevas historias para un guion que está estructurando. Llega a una granja donde conoce a Marie, una campesina que le seduce y luego de entablar una relación sentimental, tienen un hijo que posteriormente es abandonado por ella, quedando en el taciturno personaje la responsabilidad total del bebé. A partir de ahí se desprende un relato lleno de vicisitudes que le desembocarán por caminos turbulentos e inesperados.

En Rester Vertical, Guiraudie ha logrado tejer una historia de vaivenes, de giros súbitos. En ese ejercicio es donde radica de alguna manera su fortaleza. Al final, muchas interrogantes quedan pendientes, como el mismo desenlace de la película, la cual es una ventana abierta sin resolución ni punto final, pero cuya última palabra la tendrá una jauría de lobos hambrientos.

Guiraudie, descrito como uno de los cineastas europeos más surrealistas desde Terry Gilliam, Luis Buñuel o Rainer Werner Fassbinder, ha logrado distanciarse del cine queer y repeler a cualquier tipo de etiqueta relacionada. Su cine puede contener personajes raros, extravagantes; en momentos narrativas exigentes y pausadas, pero su obra es un aliciente en medio de una oferta audiovisual que ha crecido desenfrenadamente y cuyo público transita en tiempos de total volatilidad.

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