Decapitados, descuartizados, enmaletados, embolsados, encobijados. Retén, narcobloqueo, halcón. Hay tantas palabras que nos remiten a expresiones violentas surgidas en México en los últimos tres lustros. La violencia se ha vuelto protagonista en todo el país. De la frontera norte, en Ciudad Juárez —donde se registró el primer atentado con coche bomba en el país— hasta los casos de feminicidios en el Estado de México, la ola de sangre es una constante: entra en escuelas (como el caso del tiroteo en un colegio de Nuevo León), y también se encuentra fuera de ellas (la muerte de la joven Karen Espinosa de los Monteros cimbró al país). Siendo el Estado de México la entidad que sobrepasa por mucho la media nacional de asesinatos de mujeres (12 mil 950 casos de 2012 a 2016), resulta necesario ver qué es lo que sucede y a qué factores atiende este horror.
Las artes, como expresiones sensibles que hacen frente a la aberrante realidad, también ayudan a explicar los diversos caminos de la violencia. Un proyecto que atiende estas temáticas es DERIVA.MX, integrado por un puñado de individuos de diversas áreas creativas, que han unido sus conocimientos en torno a una idea en común: hacer cine participativo desde una perspectiva alejada de lo bombástico y espectacular que se nos ha relatado de la violencia. La transmedialidad ayuda en gran parte a abordar fenómenos complejos que aquejan a la realidad mexicana desde un ojo, oídos y voz integrados por las opiniones y sensibilidad de la gente que vive problemáticas como la exclusión social, el empleo mal pagado, la explotación laboral y la violencia. Respecto a este último tema, DERIVA:MX plantea registrar los pliegues y cambios que hay en zonas del Área Metropolitana de la Ciudad de México.
DERIVA .MX se hace las preguntas: «¿Qué nos hace sentir seguros?», «¿Qué nos impide sentirnos a salvo?», «¿Qué objetos, hechos o acontecimientos representan una amenaza para nosotros?», «¿De qué manera actuamos ante situaciones de peligro?», «¿A qué instancias recurrimos?», «¿Nuestra seguridad es responsabilidad de otros o solo nuestra?» como una forma de visibilizar tal situación insostenible. Estas cuestiones buscan evidenciar otros tipos de violencia en el país, como lo son la tercerización del empleo, los abusos familiares, las omisiones burocráticas. La lista es larga.
A fin de ampliar las posibilidades de reflexión en torno a las diversas manifestaciones de la violencia cotidiana y lo que la genera, DERIVA.MX se suma a las actividades con motivo de la exposición Mexicanización: la obra de arte como soberana reproducción del castigo del artista Christoph Faulhaber, actualmente en exhibición en la Casa del Lago. Dicha muestra, orientada a explorar la dicotomía entre seguridad e inseguridad en algunas áreas de la Zona Metropolitana del Valle de México, es el espacio propicio para proponer colectivamente acercamientos a estos temas tan recurrentes en conversaciones, noticieros y promesas de campaña.
Hablamos con Santiago Mohar, director de cine y Pablo Somonte, diseñador interactivo, ambos miembros de Deriva.
La violencia registrada en los últimos en México ha borrado vidas completas, historias que merecen ser contadas.
Evitar que esas historias no se olviden es un deber de los medios en general. Lo que Deriva quiere aportar es una forma original de relacionar esas historias. Creemos en la fuerza política del montaje cinematográfico para descubrir y articular significados.
¿En qué forma la transmedialidad ha cambiado su manera de contar historias?
Para nosotros, ampliar los medios en los que se articula el cine es más una manera de plantear preguntas que de contar historias finitas. Deriva es un proyecto en desarrollo y por tanto exige ese tipo de apertura. No se puede derivar con un destino fijo.
¿Por qué hacer cine participativo?
El cine participativo es una forma de expandir las posibilidades del cine en general. El archivo de Deriva está pensado para poderse emplear en más formas. Es importante experimentar con las posibilidades de las imágenes y sus relaciones porque nos ayudan a ver y entender al mundo de distintas maneras.
Me interesa mucho el algoritmo con el que trabajan y que modifica la noción de edición y montaje. ¿Podrían hablar un poco más de esto?
No trabajamos exclusivamente con un algoritmo sino más bien con una serie de procesos computacionales. La interacción en el cine participativo busca vincular las decisiones de las personas expresadas en el cuestionario con la estructura, los temas y el contenido del cortometraje que se genera. Nuestro archivo está clasificado con etiquetas descriptivas y temáticas las cuales utilizamos como base para la interacción en el cuestionario, además de preguntas abiertas.
Las respuestas del público son analizadas con un algoritmo de clustering que las divide en grupos similares y que determina su importancia de acuerdo al número de conexiones, esto nos ayuda a encontrar posiciones opuestas, respuestas que se expresan como minorías y temas ignorados. De forma automatizada, elegimos videos relacionados a estos temas que luego interactúan en el montaje para conformar la estructura narrativa del corto. Además utilizamos el texto de las preguntas abiertas del público para activar la sala como un espacio de discusión abierta entre los asistentes.