Por Emmanuel Carrillo
Hace un par de semanas se develó el último avance cinematográfico de la nueva trilogía del universo Star Wars a cargo de J.J. Abrams, quien con películas medianas, pero efectivas, logró conquistar el ojo Disney.
No hace falta hacer alarde que los 50 segundos de filme efectivos fueron un éxito en vistas y ventas. Sin embargo, parte de la fiebre, bien ganada con las tomas espectaculares y el hecho de ver a Chewie y Han Solo, a la Princesa Leia y a Luke Skywalker de nuevo en pantalla, se le debe atribuir al fantástico John Williams.
La expectativa fue tal que el hashtag con su nombre logró colarse al trending topic mundial por unos minutos. El poder de las notas del tema de la Fuerza —con diferentes escalas y orquestación— fue suficiente para encender la sangre de los seguidores.
Quizá el anuncio más sorprendente desde que se puso fecha a la próxima cinta fue que Abrams consiguió fichar al Maestro. Pudo parecer un desaire a su compositor de cabecera Michael Giacchino, que por unos meses, fue el candidato ideal a componer el preludio de la nueva saga.
Su colaboración y reconstrucción musical de Star Trek —uno de sus más grandes trabajos, quizá por encima de Jupiter Ascending y su innegable influencia en Williams (Super 8)- hacen inevitable situarlo como el sucesor natural del Maestro. El argumento estaba de su lado. Sin embargo, Giacchino se hizo a un lado, se descartó por completo.
Desde entonces, el proceso de convencimiento para que Williams tomara la rienda no fue mayor. Se habla que él mismo se candidateó para puntear el filme. La producción no repeló y con gran entusiasmo lo anunció como la gran estrella del cartel y no era para menos. Desde ese momento comenzó el buen andar de la cinta.
Abrams, quien en más de una ocasión ha dejado saber su admiración por Spielberg y su colaboración con el Maestro, tuvo ante sí la oportunidad de cristalizar un anhelo imposible sin el contexto correcto: la leyenda Star Wars atada a Williams.
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Es bien sabido que en la última década, por la edad y la carga de trabajo, John Williams se enrola en proyectos cinematográficos en primer lugar, si lo dirige Steven Spielberg, o bien que él pide la asignación del trabajo, como ocurrió recientemente con The Book Thief o Memoirs of a Geisha.
A mediados del año pasado, la especulación acerca de cómo renacería musicalmente Star Wars rondó la cabeza de más de uno hasta que se dio a conocer que Williams tenía un problema de salud que lo imposibilitaba para atender compromisos previamente adquiridos.
En ese momento caímos en la cuenta de un factor ineludible; la edad del Maestro, 83 años, el año 2014 y fecha de estreno diciembre de 2015. Lúcido, pero con achaques físicos que le impedían viajar grandes distancias, Disney tomó la primera decisión: el score tendría que ser grabado en Los Ángeles y no en Inglaterra como había dictado la tradición.
En cuestión de semanas, la emblemática Orquesta Sinfónica de Londres, que fondeó la saga entre 1977 y 1983 y 1999 y 2005, más de 30 años de mancuerna, habían quedado fuera.
La agrupación mandó una serie de tuits lamentando que por diversos factores no pudieran continuar musicalizando la saga, el primer ciclo se cerraba.
Los rumores continuaron. John Williams enfermo. Cancelaciones por todos lados. La noticia corrió tan fuerte, en forma de tuitazos, que se llegó a poner en entredicho la continuidad del Maestro en la saga. La producción transitó con cautela. Williams comenzó con las sesiones musicales durante el verano del año pasado.
Llegó abril de 2015 y con ello la primera respuesta del Maestro. El lanzamiento del teaser trailer de The Force Awakens (El despertar de la fuerza). Abrams pidió a Williams que escribiera el score para acompañar el minuto de imágenes. El neoyorquino aceptó.
Las cuerdas sonaron y dieron paso al corno inglés que ejecutó las primeras notas de The Force Theme. Mientras, en pantalla, se dibujaba el desierto y con el paneo de la cámara los restos de un destructor imperial coronaban el paisaje, una nota al piano, sutil y misteriosa, mandaba la imagen a negros.
La siguiente escena fue aún más emocionante. El casco de Darth Vader —«La fuerza es poderosa en mi familia», dice Luke— y Williams con una variación oscura de tema de la Fuerza y la Marcha Imperial puso a latir en verdad el corazón. De pronto, el leitmotiv terminó arriba de la escala, de forma positiva, la música estaba renaciendo.
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Conocedor de cómo debe emplearse un score incidental en una escena de acción, en sólo 10 segundos Williams logró dar alma a los efectos especiales y a los vuelos del Halcón Milenario.
El primer adelanto estaba dado. Y la imagen de un Williams vital y rejuvenecido se quedó arraigada en la memoria. Bastaron 60 segundos con la batuta arriba para romper con cualquier paradigma.
Lo que dejó el primer adelanto fue que, The Force Theme regresaría como eje fundamental de la narrativa musical y tal vez una gran variación al tema de Star Wars, un cambio a la fanfarria de apertura. De los personajes se guardó lo mejor para el final.
Con el último trailer se despejó la duda. El rol protagonista de la cinta; una mujer.
De nuevo, Williams de manera sutil comenzó con tres notas al piano que dieron paso al tema de la Fuerza, en momentos eclipsado por el lado oscuro, pero que al final explota con un coro guiado por una voz femenina. El Maestro está de regreso.
Los dos minutos de nueva música adaptados de forma magistral por John Samuel Hanson and Frederick Lloyd, dejaron muestra de su imaginación desbordante y el anhelo más fuerte de escucharlo.
Aunque expresó su deseo por poner música a las dos películas siguientes, es posible que The Force Awakens sea la última vez que se escuche a Williams en Star Wars. La idea es devastadora; no se podría entender el universo musical sin su aportación.
No obstante, la edad y el tiempo de producción hacen pensar que el Maestro pronto dejará el cine para dedicarse proyectos menos demandantes. Por eso y con todo, Williams construyó avances musicales del Episodio VII con una premisa significativa; el cambio.
Los homenajes en vida a su contribución al cine comenzaron. El siguiente año será honrado por el American Film Institute por sus incomparables aportaciones a la industria.
Pero quizá el reconocimiento más grande que pueda tener es que sus seguidores sigamos vibrando con su imaginación plasmada en el papel y ejecutada al instrumento.
La consolidación de su legado comenzó.
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