Por Óscar Tinoco y Luis Manuel Rivera
Fotografía: Mario Velázquez
No se sabe qué pacto con el diablo tenga Miguel Calderón (Ciudad de México, 1971), pero a sus 45 años parece que el tiempo no le ha pasado encima. El artista multidisciplinario se ha convertido en uno de los máximos referentes en el arte mexicano actual, y aunque detesta que le pongan etiquetas a su trabajo, su obra se ha colocado, según la crítica, entre el mundo de la «alta cultura» y el mundo «ordinario», lo que sea que signifiquen esas dos cosas.
Desde que incursionó en el medio del arte ha decidido no seguir las fórmulas establecidas. Miguel frunce el ceño cuando algo le interesa y descubrimos su carácter afable desde el primer saludo. Asegura no tener problemas con la prensa pero agradece que no tergiversen sus palabras y que se le hagan preguntas interesantes. El artista plástico no habla hasta pensar muy bien en cada una de sus respuestas y, antes de comenzar la charla, se toma un momento para ponerse unos grandes audífonos y escuchar una canción que le sirva de inspiración para contrarrestar la poca elocuencia que asegura tener.
Miguel ha dado un paso fuera del gremio del arte en el que se mueve regularmente. Producido por Cine Pantera filmó Zeus, su ópera prima estrenada en la 14º edición del Festival Internacional de Cine de Morelia. Una cinta en la que ha trabajado por 4 años y en la cual se sumergió por primera vez en una producción cinematográfica de mayor infraestructura a diferencia de sus trabajos experimentales anteriores.
Zeus narra la vida de Joel (Daniel Saldaña París), un adulto antisocial y taciturno entregado totalmente a la cetrería y a su madre (Ana Terán), una aclamada cirujana con la que mantiene una relación enfermiza y de total dependencia. Su vida estaba sumergida en una cotidianidad que parecía inquebrantable hasta la llegada de una provocativa secretaria, Ilse (Diana Sedano), quien irrumpe en su rutina diaria.
Dicen que ninguna fortuna es posible sin la llegada de una desdicha. Para Joel, de 32 años, su encuentro con Ilse se ve confrontado con la sorpresiva desaparición de su halcón, lo cual desencadena una serie de sucesos que llevarán al protagonista a perder los estribos y la cordura, al menos en un inicio.
Platicamos con Miguel Calderón sobre Zeus, los proyectos que tiene en puerta, y de la situación del arte contemporáneo en México.
Eres uno de los artistas mexicanos con trayectoria muy estable, ¿crees que exista alguna fórmula para consolidarse como artista en México?
De alguna manera no he seguido fórmulas a nivel oficio. Siempre me he guiado por mis instintos y he utilizado el medio que más me acomoda para hacer lo que quiero. Justo he rechazado mucho seguir fórmulas, aunque en un medio como el cine uno debe seguir ciertos protocolos, porque sí puedes hacer cine sin muchos recursos, pero necesitas fondos para rentar un lugar o conseguir una locación.
El éxito de un artista no depende necesariamente de las circunstancias, pero sí creo que la persistencia es clave. Pienso que no se debería medir el talento de un artista por cuestiones técnicas como si sabe dibujar o no. Para mí lo más importante en un autor es lo que te pueda comunicar. Además, lo mucho que te pueda llegar a influenciar de una manera que resuene en tu cabeza, y que de algún modo tenga impacto en tu forma de pensar y en las acciones que llevas a cabo cotidianamente.
Desde la época en la que comenzaste a desenvolverte, años 90, hasta ahora, ¿observas que se ha democratizado el espacio para los artistas?
Sí creo que hay más oportunidades, sin duda alguna. En los 90 no había apertura, no existía la cantidad de espacios que tenemos hoy en día, y como sabes, yo con un grupo de otros artistas generábamos lugares a base de necesidad. Actualmente ya no es tan necesario para un artista hacer eso. Sin embargo, sigo pensando que lo que no te dan lo tienes que generar tú, para mí no hay limitaciones en ese sentido. Y pues remontándome al pasado, a mí me incomodaba mucho la gente que se quejaba continuamente de que no había espacios. En términos literales tenemos demasiados, y es más bien el cómo uno los utiliza.
Ahora hay un debate muy fuerte sobre si el arte contemporáneo se puede considerar realmente arte. La gente cuestiona si cualquier objeto dentro de un museo es una obra. ¿Crees que estas percepciones son una amenaza para el arte contemporáneo?
Como te decía antes respecto a mi manera de ver las cosas, es que no tengo las reglas muy en cuenta. No creo que haya ninguna amenaza, quiero que haya apertura para todo y la libertad de expresión es clave. Esta gente que está imponiendo reglas de lo que es correcto y no… ¿acaso tiene que existir una policía del arte?
¿Pero crees que hay parámetros para definir lo que sí es arte y lo que no?
Si yo ahorita te digo algo, como sucedió en los 90, donde de repente mucha gente empezó a decir que la pintura estaba muerta, ¿qué sucedió después? un renacimiento de pintura enorme. Esta cuestión de imponer reglas no funciona. Por eso cuando a mí me han preguntado que qué tipo de arte hago, incluso para mí es difícil definirlo. Yo no lo defino como «arte contemporáneo», hay días que estoy de buen humor y me dan ganas de hacer una obra con sentido del humor, y hay días que amanezco muy negativo y hago una obra mas oscura. No veo el caso de etiquetar las cosas. Yo no soy un juez para determinar lo que cada quien considera que es arte. Las definiciones en el arte son muy relativas.
Ahora presentas Zeus en Morelia, ¿de dónde te surgió la necesidad de hacer cine?
Desde muy chico siempre me gustó el cine de todo tipo. De niño mi mamá ponía mucho la televisión para entretenerme, así que crecí viendo peliculas. MTV tambien fue una influencia durante mi adolescencia. Después estudié pintura, pero lo que quería realmente era estudiar cine. Me regresé a México porque quería aprender más, pero la única opción que me daban era traerle café a un director de cine y yo no tenia paciencia porque sentía la necesidad de hacer mi propio trabajo. Luego conseguí una beca para estudiar cine experimental en San Francisco y ahí tuve la oportunidad de empezar hacer películas, aunque fueran de un minuto, en súper 8 y 16 mm.
¿Por qué te metiste en un formato más convencional como el cine?
Para ser honesto yo quería hacer una película más experimental, pero el protocolo para conseguir financiamiento era a través de un guión. Yo tenía una idea mucho más libre, y poco a poco con la idea de conseguir dinero dije, está bien, voy a escribir un guión. Afortunadamente quedé muy contento con el resultado, me fui involucrando mucho en la escritura. Soy muy amigo de Guillermo Fadanelli y él me ayudó mucho con este proyecto. Me obsesioné con escribir y fue un proceso muy largo. Al final encontré que el guión funcionaba bastante bien.
Me gusta experimentar, me gusta tener una estructura y de ahí soltarme. En este caso con tanta gente involucrada tuve que respetar el guión más de lo que pensé, sobre todo por las limitaciones de tiempo. Pero justo ahorita tengo una exposición en enero, y con el resultado de la película acabo de hacer un video que filmé junto con otras 3 personas, con el mismo tema de halcones y con una libertad absoluta.
En la película trabajaste con actores no profesionales, ¿por qué?
No tengo un prejuicio con eso. Yo veo a todas las personas como seres humanos, finalmente el que mejor cumpla con el papel es el que se queda con él. Busqué personas que anímicamente tuvieran una relación cercana con los personajes que había descrito en mi guión. Y de los personajes principales, tres de ellos no son actores profesionales: mi papá, Ana Terán y Daniel Saldaña, pero en general nunca tuve parámetros para seleccionar actores y no actores.
Igual son personas artísticamente activas, ¿cómo fue el caso del protagonista Daniel Saldaña?
El caso específico de Daniel Saldaña (Joel) fue larguísimo. No lo conocía y encontrar ese personaje fue uno de los procesos más largos y más complejos. Hice casting a más de 200 personas, a quienes entrevisté con mucho detalle y fui aprendiendo mucho de ellos. Pero ya en la recta final por alguna razón varios de los que se quedaron eran poetas. Había una conexión entre el personaje y las personas que tenían un radar muy despierto en relación a su entorno. Una de las cosas que más me afectó fue leer los poemas de Daniel. Un día amanecí y me golpeó el hecho de que Daniel era quien tenia que interpretar a Joel. Lo que me impacta de él es que he visto la película un millón de veces y cuando lo veo en persona no veo al personaje de Joel, entonces para mí eso fue un gran acierto porque realmente se transformó.
¿Hay una historia personal detrás del guión de Zeus?
El guión es completamente ficción. Aunque de alguna manera tiene una relación conmigo, porque crecí en un entorno disfuncional y en ese momento logré entablar relación con un halcón, el cual me ayudó mucho a sobrellevar mi existencia. El halcón funcionaba como una especie de ansiolítico positivo. He tenido contacto con muchos cetreros en México y he visto que tener un halcón se puede convertir en una forma de relacionarte con el mundo de una manera diferente.
De hecho el video nuevo que voy a exponer es justo de eso, de un cetrero que sufre de convulsiones y la única manera para tranquilizarse es a través de su halcón. La película sí tiene una relación con circunstancias que he vivido, pero la relación con mi mamá es muy diferente a la del personaje de la película. Joel es un adulto que tiene 32 años y vive con su madre, en mi caso yo desde muy joven me salí de mi casa.
¿Qué temas te interesaba explorar?
En mi trabajo siempre me he interesado la relación entre las personas y los animales, y las similitudes y diferencias entre los instintos humanos y animales. Es algo que me interesaba explorar en la película y en la dinámica de cómo cambia todo con la presencia de otra persona. La película explora la relación entre la madre, el hijo y el halcón, y sobre cómo hay una cierta simbiosis entre los tres que se genera en función de una necesidad de sobrevivencia.
Dices que no te interesa hacer distinciones dentro de tu obra, ¿dirías que Zeus es completamente una ficción?
100 por ciento ficción.
¿Cuáles fueron tus referentes cinematográficos que crees que se reflejan en la película?
Las primeras películas de Roman Polanski fueron una gran influencia para mí. El cuchillo en el agua (1962) es una película importante, porque se enfoca en la relación de tres personajes y estudia las dinámicas de cómo se relacionan a fondo.
Hablabas de que te viste en la necesidad de escribir un guión, ¿cómo viviste esa experiencia con la idea que tenías del mismo y su transformación a la hora de hacer el montaje?
No tenía tanta experiencia en hacer una película de este tamaño. Me gusta mucho confiar en mi equipo, tengo una tendencia en depositar una gran confianza con la gente con la que trabajo, pero yo no tenía experiencia en el sentido de que en el desierto donde filmamos iba a ser tan complicado transportar la cámara de un lugar a otro.
Esta espontaneidad que me caracteriza, y que es importante para mí al realizar mis proyectos, era difícil mantenerla. Entonces había que parar. La edición fue un gran proceso, la experiencia que tuve con Mariana Rodríguez fue muy enriquecedora. Ella fue clave para poder cerrar la historia, fue muy paciente. Por lo general siempre me llevo el material a mi casa y lo reviso obsesivamente, en este caso implicaba no separarme de él. Todo el rodaje fue tan intenso que casi por una necesidad instintiva yo deposité ese material en manos de Mariana, confié en ella, y creo que mi instinto se benefició por eso. Las decisiones las hacíamos juntos y la historia se reescribió ahí. De hecho terminamos el rodaje y teníamos que filmar todavía el final, nos quedaban 5 días de filmación y paramos por varias circunstancias. Una vez que comenzamos a editar, afortunadamente hicimos ese receso, la película tomó otro camino y en función al montaje fuimos tomando decisiones. Luego filmamos un poco más en base a lo que la película pedía.
¿Te inquiera el hecho de hacer público este trabajo en un festival como Morelia?
La película comienza a vivir en el momento que se hace pública, y para mí es algo muy bueno, porque de alguna manera ya sale de mi sistema. Se vuelve algo con vida propia y ahora a la vida que tome la película le doy mi bendición.
¿Te arrepientes por algo que quisiste haber hecho?
Me arrepiento muy seguido de lo quise haber hecho (risas). Soy una persona que ha jugado mucho física y mentalmente con los límites. Me gusta llevar las cosas a fondo. Entonces de una manera siempre pienso en que pude haber hecho esto, pude haber hecho lo otro. Pero voy tranquilo porque en lo que cabe en mi trabajo creativo como director llevé las cosas al limite.
Nos queda claro que no tienes la pretensión de que tu ópera prima marque a una generación, pero, ¿tienes expectativas de lo que pueda llegar a repercutir en el cine mexicano?
Mi película no creo que marque a una generación (risas). La verdad es que tener expectativas en mi trabajo no me gusta. Generalmente cuando hago las cosas por instinto las cosas funcionan. Lo que me gusta en realidad es hacerlas y también compartirlas.
¿Quieres seguir haciendo películas?
Sin duda. La experiencia con Zeus fue la cúspide de muchas experiencias juntas. El cine es un gran pretexto para hacer todas las cosas que llevo haciendo toda mi vida, que son la fotografía, el arte, musica, el jugar con los límites y relacionarme con gente.
Es una película interesante, que nos enseña la relación de un ser humano con uno de los animales mas inteligentes que he podido disfrutar, la fotografía es buena con locaciones poco convencionales, las tomas en primera persona (cámara atrás del actor) están muy bien manejadas, algunas escenas son muy simpáticas, felicidades Miguel