Por Iván Farías
El norte está de moda, la música de banda, la carne asada, incluso la literatura y lo que han llamado postnorteño, cualquier cosa que eso signifique. El sur es un poco más difícil de asir, porque su frontera, al ser pobre, es denostada, sin embargo la fusión de culturas, sus peculiares acentos y el agresivo clima tropical, mezclado con los yacimientos petroleros han hecho del sur un hervidero de poetas, pero también de peculiares personajes. Tabasco no es la excepción, un estado que tiene un municipio como Comalcalco, donde una vez al año se organiza una borrachera enorme en la que todos participan, un lugar llamado Paraíso con un mechón inagotable en una plataforma petrolera, con varios periódicos de nota roja que muestran, además, frondosas mujeres desnudas en páginas centrales y que tiene peculiares y sangrientas leyendas urbanas. De Tabasco desconocemos todo, incluso que de ahí es Carlos Dzul, el autor de Changos Perros.
Changos Perros es como llama Dzul a sus variadas tiras cómicas y sus cartones que publica en su flickr, pero principalmente en Facebook, donde se ha convertido en una especie de leyenda urbana, con muchos seguidores que incluso compran obra original. De la misma manera que Jorge Pinto, creador de Bunsen, o Tania Camacho y Esteban Martínez, autores de Jours de papier, saltaron a la fama con sus tiras cómicas subidas al Facebook; Dzul lo ha hecho, pero con mucho menos penetración, debido, principalmente a que su dibujo es más grotesco (muchas veces cercano al de Charles Burns) y sus temas no son tan festivos como los de los antes mencionados.
Sus temores paranoicos por ejemplo, (una serie de viñetas con ideas propias o de los usuarios de Facebook), toman el sexo, la misantropía, la violencia, la soledad con un humor muy negro, muy corrosivo y poco alentador. En este momento en que todo arte es pasado por el filtro de lo políticamente correcto es refrescante poder leer en el mundo virtual una viñeta que se burla de las secreciones, del desprecio femenino y no acaba siendo vapuleado por nadie.
Actualmente Dzul vive en Mérida, Yucatan, por lo que para hacer esta entrevista echamos mano de las herramientas virtuales. A sus respuestas cortas sólo podemos agregar que sus cartones hablan por él.
¿Quién es Carlos Dzul?
Tabasqueño. Nacido en 1983. Dos carreras truncas. Colaboro con entrevistas y una columna sobre comic para un sitio en internet y para un periódico. Todo lo demás es incierto.
¿Desde cuándo iniciaste con tu tira Changos Perros?
Tres o cuatro años, no lo recuerdo bien. Primero fue un blog, que ya no actualizó, y después una página en facebook. Creo que la idea de subir mis monos a internet no se me hubiera ocurrido de no ser porque un cuate me dijo que existían los webcomics.
Tu humor es muy ácido, algo que rompe mucho con el ambiente políticamente correcto actual. ¿Se han quejado de tu trabajo?
Lamento informar que no. Fuera de algún comentario del tipo ‘no es gracioso’, no he recibido ningún tipo de queja. Eso me entristece.
Se nota la influencia del cómic underground norteamericano. ¿Quiénes son tus artistas favoritos?
Crumb, Jis, John Callahan y Mark Beyer. Desde luego hay más pero dejémoslo allí. Fuera de Crumb, creo que ninguno de ellos pertenece plenamente al underground de los sesentas/setentas, pero es verdad que esta etapa de los cómics me interesa mucho.
¿Te gusta la nota roja?
Siempre me ha llamado mucho la atención porque soy muy morboso, alguna vez hasta me puse a recortar las notas que me parecían más divertidas. Cuando veo una foto muy impactante me quedo clavado un rato mirándola, no lo puedo evitar. Creo que la gente que sale allí es muy real, se dan contra la realidad bien duro, no tienen red de protección como la mayoría de nosotros. Hay casos que no puedo olvidar y que siempre me dan vueltas en la cabeza: el vato que fue a matar a un tipo que le debía dinero y terminó disparándose él solo en un testículo, el de los amigos que se machetean al final de la peda, el de la señora borracha que intenta cruzar una autopista y la atropellan veinte coches y la dejan como pasta, el caso del travesti que se durmió mientras fumaba y casi muere calcinado, el del tecladista que no encontraba trabajo y se ahorcó con su hamaca, etc. Qué buenas historias, me gusta leerlas y reírme y pensar: ojalá nunca me suceda algo así.
¿Cómo ha sido recibido tu trabajo?
Por ahora muy bien. De vez en cuando, así de la nada, recibo algún mensaje de alguien que me dice que mis monos le divierten mucho. Eso está padre y no deja de sorprenderme.