Por Óscar Tinoco
Noruega es uno de esos países que suele causar interés en casi cualquier latino. Sus montañas, extensos bosques, clima frío, alto nivel de vida y educación. Todo como conjunto, nos parece de otro planeta. Además de esos extensos e impresionantes fiordos que nos transportan a la serie Vikingos con sólo verlos.
No cabe duda que los paisajes y el clima influyen en la vida diaria de las personas, así como en la de los artistas, que desarrollan su discurso y talento acorde al entorno. En el caso de los noruegos, es visible cómo su relación con la naturaleza y desarrollo interpersonal los ha llevado a crear obras magistrales a través de los años.
La música no podría quedar afuera de este argumento. Uno de los géneros que ha presentado una evolución más notable a nivel mundial es la electrónica. Röyksopp, con su estilo, performance y calidad, fue el estandarte de esta sacudida electro-house. Su éxito internacional no sólo les brindó popularidad, sino que sirvió para catapultar a otros artistas escandinavos –casi todos colaboradores- hacia otros países, tales como Lykke Li, Robyn, Anneli Drecker, o de Susanne Sundfør, quien será el tema en esta oportunidad.
Conocí a Susanne gracias a un performance en vivo de Running To The Sea y de Ice Machine con Röyksopp, y por haber colaborado con M83 en el soundtrack del filme Oblivion (narrativa decepcionante, música sobresaliente). Con cinco discos lanzados desde el 2007, la noruega no ha podido ingresar al mercado latino. Su música aún prevalece guardada en algunos oídos, como si la misma fuese un tesoro para quienes están acostumbrados a sonidos menos convencionales.
Sundfør nació en un pequeño pueblo llamado Haugesung (con apenas 37 mil habitantes), ubicado en el sur poniente de Noruega. Más tarde se mudó a Oslo junto con su familia, donde desarrolló su interés por la música. Es nieta del lingüista y experto en semiótica Kjell Aartun. Talento nato de ascedencia.
De porte elegante, mantiene sobre el escenario su voz de soprano durante los shows en vivo y la utiliza para transformar lo que parece a simple vista una canción oscura. Sintetizadores de por medio que invitan a la desconexión. En resumen, la música de Susanne Sundfør se trata de un synth-pop audaz y honesto que eriza la piel.
The Brothel (2007), su tercer disco, quizá sea el que mejor define la estética clásica de su música. El tema homónimo nos deja ver la sombría línea de Sundfør: un órgano fúnebre acompañado de un Piano Rhodes comienzan una pista en espera de ese puente que significa su voz. El álbum contiene otros temas igualmente sobresalientes como It’s All Gone Tomorrow, Knight Of Noir y O Master.
The Silicone Veil (2012), el penúltimo disco de la noruega incluye sus temas más especiales y mejor rankeados hasta ahora: Diamonds, White Foxes, Rome, Your prelude y la homónima del álbum. A lo largo del disco deslumbra la madurez musical y el gran alcance de voz de soprano que posee.
A inicios de este año, lanzó su más reciente material titulado Ten Love Songs (2015). Inspirada en experiencias personales, la intérprete hace entrega de diez composiciones bien trabajadas y cuidadas musicalmente. El disco más ambicioso de su carrera hasta ahora.
No hay cabida para letras melosas y electro-pop común. Encontramos estrofas desgarradoras, llenas de melancolía y dolor. Sundfør con este disco intenta enseñar que para superar una ruptura amorosa o amor negado, la música funciona como un catalizador que ayuda a sobrellevar la tristeza y los deseos insatisfechos.
El tema con el que abre el material, Darlings, es una melodía serena que se eleva por momentos con los coros pero que prepara para lo siguiente: nueve canciones distantes unas de otras, con una historia y mensaje distinto.
Accelerate es la canción con la melodía más oscura del disco pero también la de mayor energía. Hace referencia a empezar una nueva relación a pesar de los problemas y a dejar el pasado, a huir tan rápido se pueda de él, porque mientras más rápido lo hagas, será menos el sufrimiento.
El fade out de Accelerate no se distingue del inicio siguiente tema: Fade away. El momento más pop y que por ende funcionó como primer single de Ten Love Songs. La canción, con una pegajosa melodía, habla sobre la decadencia de una relación, en la que a pesar de estar juntos, se sienten distantes. Sin embargo, después de alejarse, han quedado cosas inconclusas que dejan la puerta abierta para reiniciar la aventura en algún futuro.
Silencer, el cuarto tema, es una balada que se aleja de los sintetizadores para regresar a la Susanne más clásica, la que incorpora instrumentos de cuerdas. Simula a la música de cámara, muy popular en la época del renacimiento.
Memorial, además de ser el track más extenso del disco (10 minutos), es también el más trabajado en su acompañamiento. Sundfør juega con su talento frente al piano y con la versatilidad de los instrumentos de cuerdas que hacen un giro casi al final de la canción, para después, regresar a la voz de Susanne y concluir.
Delirious, séptimo del orden, fue una composición hecha paso a paso por la intérprete. Cuenta ella en una entrevista, “quise escribir una canción cinematográfica acerca del amor y poder. Empecé sólo con el ritmo y la base, después agregué las cuerdas y poco a poco los arreglos vocales, hasta que sentí que el mensaje era suficientemente claro.” La pieza es una de las más dramáticas del disco y comienza con estas líneas: espero que tengas una red de seguridad, porque voy a aventarte del risco, la cosa más extraña… lo haré con toda la intención y sin arrepentimiento”.
Cerca del final aparece Slowly, una coproducción entre Sundfør y Röyksopp que ha recibido miles de visitas en Internet. El tema habla sobre una relación obsesiva-enfermiza, acostumbrada a los pleitos. Para presentarla, aparece un screenshot de Natural Born Killers en Tumblr de la cantante.
Trust me e Insects cierran el álbum, la primera, aunque menos sobresaliente, vale la pena prestar atención a la letra. La segunda es la más experimental de todas: una letra breve y un juego de sintetizadores que estallan uno junto al otro hasta culminar con un material apto para oídos pacientes.