Redacción Crash
San Jacinto es un pueblo bien grande
de estirpe cumbiambero.
Es la tierra de Toño Fernández,
de Adolfo y de Landero.
Y es la cuna de hombres notables
como son los gaiteros.
Carmelo Torres Mendoza, «Tierra de Poetas»
La cumbia, género bien conocido en México, tiene unos elementos característicos que la han vuelto tan popular en todo el país. No hay punto que no se resista a su sencillo pero envolvente ritmo. Desde el groove contemporáneo del «Chuntaro Style» hasta los archiconocidos Ángeles Azules, la cumbia ha adoptado multitud de variaciones musicales y modalidades en quienes la tocan. El instrumento que se use cambiará el tono de la cumbia: no es lo mismo usar un sintetizador que un acordeón para una pieza de tintes tex-mex. Lo que casi con certeza ocurre es que donde se ponga, la cumbia crea pequeños universos en los que no poca gente se congrega: sonideros, fresas, guaraperos, yonquis, maraqueros, tiesos, guaracheros, chuntaros, presumidos, milamores, entusiastas de la buena vibra, todos buscan una pareja al compás de unas líneas de bajo cacofónicas y un güiro en síncopa constante. Ya sea en el Salón Los Ángeles, en un manteado donde toca La Changa o en una fiesta de pueblo con Los Acosta, sus sonidos siempre invitan a pararse y sacar los mejores pasos que nos enseñó el tío o aquel maestro en la clase de baile.
Esta tradición no empezó en México, sino en Sudamérica. Lo sabido: toda cultura es una serie de malentendidos, interpretaciones, adaptaciones, parches, migraciones. En el fondo casi todo lo musical en América Latina proviene de África, pero adopta acentos dependiendo el lugar en donde se cultive más. Así pasa un poco con la cumbia, a la que se le adjudican varios lugares de nacimiento pero la mayoría coincide en que Colombia es su denominación de origen. Recorrió lugares como Atlántico, Sucre y Magdalena, y se asentó en Medellín y lugares semidespoblados, como San Jacinto, en el Caribe colombiano. Ahí, Toño Hernández, Juan y José Lara formaron en la década de los 50 una banda llamada los Gaiteros de San Jacinto.
Su nombre proviene de la palabra «gaita», que nos remite inmediatamente al instrumento escocés de viento, la clásica faldita a cuadros y al jardinero Willie. Pero como se dijo anteriormente, muchas de las producciones de la humanidad son producto de malentendidos. La gaita colombiana es nombrada así por los españoles debido a la similitud de su sonido con la gaita de pico europea. También se conoce como kuisi o tolo gracias a su origen indígena localizado en la Costa Caribe colombiana donde es parte de la cultura de comunidades como los Koguis, los Arhuacos, los Ika, los Wiwa y Atánques, por mencionar algunos. Es el instrumento que los herederos de esa primera generación de Gaiteros unen con maracas y tambores de la región, y es parte esencial del sonido de la cumbia tradicional y de otros ritmos folclóricos como el porro y la puya.
A la par de ser un género arraigado en la raíz colombiana, esta música se renueva constantemente. Muestra de ello es la unión que tuvieron Los Gaiteros con Adrian Sherwood, más conocido por su maestría en el dub, y Diego Gómez, del sello colombiano Llorona Records, para crear nuevas fusiones y actualizaciones de un ritmo que aún tiene mucho futuro.
Crash presentará el taller de Los Gaiteros de San Jacinto «Cómo construir una cumbia» en el marco de Nodo Music Conference, evento imperdible en donde diversos músicos darán charlas, talleres y showcases en el Centro Cultural de España en México. La cita es el viernes 2 de marzo a las 16:30 hrs.