Por Mariana Mata
Estimado lector, para comenzar esta breve guía musical usted debe transportar la mente hacia The Velvet Underground y los sonidos salidos del situar de George Harrison en los últimos álbumes beatlenianos. Una vez ahí, es hora de comenzar el viaje por este revival psicodélico.
The Brian Jonestown Massacre, o lo que podría también llamarse la masacre de Anton Newcomb, es una banda formada en la sede de la alteración sensorial por excelencia, San Francisco, en 1993. Es el resultado de juntar el nombre de una estrella del rock británico como lo fue Brian Jones (quien curiosamente llevara el sitar a los Rolling Stones) y el nombre de una secta estadounidense: Jonestown (para más información buscar: Jim Jones 1978) que asesinara a cinco personas y promoviera el suicidio de 909 de sus miembros.
Solamente por su nombre los oídos del escucha esperan una masacre sonora. Pero los sonidos estruendosos y escandalosos riffs que nunca llegan. En lugar de este engaño nominal, obtenemos un revival de la psicodelia de 1960. Por momentos evocan a The Velvet Underground, en una mixtura con voces a la Bob Dylan o Lou Reed, y que a lo largo de más de 20 años han manejado la experimentación sonora en pro de abrir las puertas de la percepción al puro estilo Huxley.
Pero no todo en esta masacre ha sido revival. Desde 1993 han experimentado con sonidos al puro estilo shoegaze, algunas veces un poco de drone y en el presente se acercan más a una experientación new wave. Todo esto es posible gracias a la dirección de Anton Newcomb, sin quien este prolífico trabajo de banda hubiera sido imposible, o sumamente diferente. Él solo es responsable de haber juntado a Joel Gion, Matt Hollywood, Jeff Davies y Peter Hayes (si este nombre no le suena, vaya y busque Black Rebel Motorcycle Club). Estos personajes además de compartir un gusto por los excesos, materializan las inquietudes sonoras de Newcomb.
Guitarras de 12 cuerdas, sitar, sintetizadores modulares, loops son sólo algunos de los sonidos que emanan de estos álbumes. Un pequeño caos sonoro que se controla a la hora de poner play, y que tras horas de escuchar y escuchar es posible llegar a la conclusión de que esto suena a drogas.
El primer disco que produjeron salió en 1993. Space girl and Other Favorites nos recuerda ese sonido beatleniano de los últimos días obsesionado con la India. Tiene momentos de distorsión, y otros de expansión del sonido y por supuesto loops. Hasta ahora todo suena muy bien. Aunque debemos recordar que estos trabajos están ligados a su época, por ello no es de sorprender que se contagié de ello, y que tenga similitudes con The Dandy Warhols, Violent Femmes o The Betta Band.
En 1994 Methodrone crea atmósferas shoegaze, al mero estilo de The Jesus and Mary chain. Esta es otra de sus facetas a lo largo de sus discos. El año de 1996 es uno de los más prolíficos para esta banda, 3 álbumes indispensables para comprender el sonido de The Brian Jonestown Massacre ven la luz.
Take it from the man (96), que desde la portada de este disco uno sabe que estará escuchando algo con un vívido sonido con tintes de la psicodelia de 1960. Además de ello es posible escuchar guitarras al puro estilo garage y en un par de tracks las ondas sonoras se transforman en un surf bastante alegre. Melodías que nos recuerdan a la fase Magical Mistery Tour, específicamente «I´m The Warlus». Es un disco bastante alegre.
Este álbum se hizo de manera simultánea con su siguiente, Their Satanic Majesties (1996). Aquí la psicodelia se levanta, las influencias rollingstonianas se notan, así como las ya mencionadas beatlenianas. Citaras, voces alargadas, unos tintes Lou Reed, unas melodías Velvet Underground es la comparación que podría hacer para explicar este álbum. La trilogía sonora se completa con Thank God for Mental Illness, también del 96. Tres álbumes en un año dan cuenta del espíritu creativo y prolífico de esta banda. Este álbum experimenta con sonidos folk, que podrían haber sido emanados por un Johnny Cash en ácido.
Give it Back (1997), trae remembranzas a Revolution 9 de los Beatles, en la última pista del álbum. Continua con el ánimo de creación al puro estilo separación de la mente y el cuerpo. Estos dos años son sumamente prolíficos para la banda. El siguiente álbum Strung Out In Heaven (1997) nos deja claro que el estilo de la banda es este: por momentos como Dylan, casi siempre como The velvet Underground, y no cambiará hasta el 2010 con Who killed Sgt Pepper? (2010), aquí hay un gran intento de modificar la vibra de The Brian Jonestown Massacre, que para estas fechas ha sufrido cambios a más no poder. Anton Newcomb ha masacrado a la banda, ciertamente esta banda es él. Este álbum nos encierra en una burbuja que pareciera haber emanado de la realidad new wave.
El siguiente álbum Aufheben (2012), sigue bajo esta lógica, por momentos parece olvidar el trabajo que realizó hasta el 2008. O quizá la búsqueda sonora lo llevó hasta este punto. El último álbum vio la luz en 2015 Musique De film Imaginé, de sonidos new wave llevados a un lugar oscuro, lento y por momentos fantasmales nos deja claro que la exploración sonora casi ha llevado a este prolífico genio musical a algo parecido al arte sonoro desarrollado por Pierre Shaffer y Fluxus en la década de 1960.
A la hora de poner adjetivos a The Brian Jonestown Massacre un par vienen a la mente: visionarios, conflictivos y como en toda buena historia musical: violentos y adictos. Estas palabras mantuvieron a la banda unida por casi 10 años, en pro de una libertad creativa que nunca vendieron a un sello discográfico multinacional.
Con el paso de las décadas este sonido obsesivamente nostálgico se ha transformado y modificado ganado agudeza, expansión hasta convertirse en un sonido siniestro en algunos de los tracks. Para más información sobre la historia de la banda, sus múltiples peleas y guerra de ego es recomendable revisar el documental Dig!.
Al final creo que la masacre de Brian Jonestown se refiere al compromiso creativo, la masacre entre sus miembros, el constante estira y afloja entre crear música, comprometerse con el trabajo, las drogas, las relaciones personales y la expansión de las ondas cerebrales promovido por el montón de drogas duras.