Por Óscar Tinoco
Pocas veces una película narra con tanta crudeza y honestidad el proceso de la maternidad como lo hace Olmo and the Seagull (2015), filme codirigido por las cineastas Lea Glob (Copenhague, 1982) y Petra Costa (Belo Horizonte, 1983).
La cinta, estrenada apenas el año pasado en Locarno, Suiza, es un hibrido cinematográfico que mezcla realidad y ficción para explorar el tema del embarazo como un momento dramático en la vida de la actriz italiana Olivia Corsini (Módena, 1979).
Aunque al principio las directoras pretendían narrar un día en la vida de una mujer a propósito de La señora Dalloway, la novela de Virginia Woolf, la intérprete sorprendió a todos cuando quedó embarazada de su pareja Serge Nicolai en medio de los ensayos de la obra clásica La Gaviota de Antón Chéjov. Por ello, se vio obligada a abandonar su papel para afrontar una gestación con alto riesgo de aborto. Las realizadoras, a lo largo de los dos años de rodaje, documentaron los miedos, la soledad y la inseguridad de la propia actriz para mostrar un mosaico más verídico y estremecedor de la maternidad como un proceso crucial de las mujeres.
A propósito del paso de la película y de Olivia por Ambulante Gira de Documentales, platicamos con ella, quien presentó Olmo and the Seagull en Torreón y Morelia. Sorprende la lucidez y destreza que tiene Corsini para hablar español como lengua extranjera.
¿Por qué era tan importante para Petra y Lea hablar de la vida de las mujeres en un filme que toca un tema tan natural y controvertido como lo es el embarazo?
En la mayoría del cine y la literatura exploramos sólo la vida de los hombres. Somos todavía hijos e hijas de una cultura muy «macho-céntrica». Desde siempre, el mundo se ha contado a través de la experiencia masculina. Así que nos percatamos de que era hora de explorar ese mundo a través de nuestra percepción como mujeres. Muchas veces pensamos en la manera en la que los demás lo cuentan, y ésa realidad no nos pertenecía porque hay inevitablemente este filtro. Cuando quedé embarazada, comenzamos a mirar cómo esta experiencia a través del arte podía ser narrada. El embarazo no es un tema muy representado y comúnmente se tiene una visión angelical y muy superficial sobre él, como si fuera sólo un momento de armonía con la naturaleza.
Hay muy pocos retratos verdaderos, sinceros y complejos sobre el embarazo. Entonces eso nos impactó muchísimo, más si pensamos que toda la humanidad nació por ese proceso. Esto no es sólo un tema femenino, pero la gente sigue pensando que sí lo es. Fue muy impactante ver y descubrir eso. También nos preguntamos sobre el porqué sigue el tabú alrededor de este tema. No sé si hemos encontrado las respuestas, pero sí observamos esta visión machista de que todavía en muchos países no se acepta que la maternidad puede ser un momento conflictivo y de disturbio para las mujeres.
La maternidad es un momento crucial. Nosotras no queríamos realizar una película política o feminista. No era el objetivo principal, pero éramos tres mujeres que queríamos abordar esto de una manera muy personal, cada una con su educación liberal, criadas por madres solteras, separadas y libres. Pero el sólo hecho de contar la historia desde una forma sin censura era ya de por sí un acto político.
Cuando estuviste en México con el festival Ambulante tuviste un contacto muy directo con el público. ¿Viste a varias mujeres reflejadas en la película?, ¿qué te dice que ahora muchas mujeres no quieran ser madres y prefieren dedicarse a su carrera profesional?
El problema es que es muy difícil encontrar una armonía, y muchas veces hay que elegir. Lo que todas intentamos hacer es encontrar un equilibrio para tener una vida de madre y seguir con nuestras pasiones. Sin sentir culpabilidad entre tener que continuar o alimentar nuestro ser más personal.
No hay catálogo para ser madre. No hay reglas. Una mujer puede ser madre si realmente lo quiere ser, y debe tener la libertad de encontrarla a su manera en un equilibrio con sus deseos. Una mujer debe poder elegir no ser madre si no lo tiene en su lista sin sentirse culpable, porque vivimos en una sociedad que cree que las mujeres que no quieren serlo son brujas. La manera en la que las culpabilizamos porque quieren seguir con sus vidas es tremenda. Siendo honesta, los compromisos que impone la vida de una madre, no todos los quieren aceptar.
Ahora que estuve en México me hacían mucho esta pregunta, y para mí era algo muy fuerte. Cuando me decían que allá las mujeres tienen sólo dos meses para recuperarse después de dar a luz, y luego tienen que presentarse a trabajar, fue increíble. Tener una experiencia de ese nivel, que exige una fuerza física tremenda, y que además necesitas tiempo para proveer a tu hijo, dos meses son nada. La sociedad no ayuda para que esta elección sea menos conflictiva y dramática.
Durante la película observamos cómo el tema de la soledad fue muy duro para ti. Pero, ¿qué tanto de eso fue real si consideramos que es un hibrido entre ficción y documental?.
Creo que esta película hace que muchas mujeres se reflejen en ella por la intimidad. Pero no es una historia que yo hice sola, fue con dos directoras que querían hacer una ficción y un documental. Contamos cosas que sí son verdaderas, pero ellas eligieron dónde poner la luz y el balance, y dónde contar el sol y las nubes. La cinta es una experiencia de mi embarazo, pero también de los embarazos que Lea y Petra no han tenido. Eso hace que muchas mujeres se puedan reflejar en lo que contamos en pantalla.
El tema de la soledad es muy fuerte. Creo que, aunque sea necesario para la película, escribimos sobre la soledad con un bolígrafo más grueso de lo que verdaderamente fue. Existió en el sentido de que en un embarazo es lo que te pasa como mujer, sólo a ti. Hay un proverbio africano que encontramos durante la grabación de la película que dice, «el embarazo es como un puente, te pueden llevar a él, alguien te puede esperar al otro lado, pero el puente debes cruzarlo tú sola».
Es una experiencia íntima que es muy difícil de compartir. Hay algo de la soledad que es muy fuerte y además creo que mucho de lo que contamos en esta película, lo narramos a través de un dialogo interior, como en la voz en off que representan mis pensamientos. Esos pensamientos no todas las mujeres tienen el coraje o el derecho de expresarlo. Como dije antes, se queda en un argumento tabú. El lado conflictivo no es aceptado por la sociedad. Estás embarazada y tienes que ser feliz.
¿Fue un proceso fuerte y psicológicamente desgastante interpretarte a ti misma en una película y mostrar mucho de tu intimidad?
Para mí fue muy importante trabajar con dos directoras experimentadas. También fue importante ser actriz, en el sentido de que no es un documental puro y tampoco es un reality show. Desde el principio intentamos mantener en forma las cosas, para que todo pudiera ser contado de una manera transpuesta y poética. Yo creo que como actriz fue muy interesante el ejercicio de actuar sin actuar, porque probablemente sea la actuación más difícil, tener esa consciencia y al mismo tiempo intentar que sea la forma más liviana e invisible posible. Eso fue un ejercicio muy lindo, también por parte de las directoras, el filmar como si fuera un documental, cuando no lo era tal cual.
Psicológicamente lo que vi fue que muchas mujeres no tienen ni el tiempo para darse cuenta de que están embarazadas. Suena exagerado, pero necesitas tiempo para asimilar lo que te está pasando. He tenido la suerte increíble de que trabajé con dos directoras que me dieron un marco para contar lo que vivía en directo.
Las experiencias importantes de la vida como los amores, las muertes y la llegada de una nueva vida, son experiencias que necesitan tiempo para ser reflexionadas profundamente. Creo que de manera psicológica fue muy importante poner mi cabeza en este proceso, tomar tiempo para procesarlo y para seguir lo que me pasaba.
En la actualidad hay una tendencia de mezclar la realidad y la ficción, ¿para ti es válido contar historias de esta forma?
Yo creo que el cine es cine. Unos se llaman directores y otros documentalistas. Para mí ambos son filmakers. Los dos tienen el mismo objetivo, narrar una historia que en un algún momento de su vida piensan que debe ser contada. La forma en que elegimos la narrativa no tiene mucha relevancia para mí, porque estamos hablando de cine de arte, no de una película comercial cualquiera.
Si algunos directores hoy se atreven a romper las barreras, porque esa forma es más útil para contar una historia, entonces para mí es una maravilla. Nos sirve para que no nos perdamos, pero también para romper las reglas. Creo que a lo mejor son estilos actuales de narrar los documentales, es más como jugar entre los dos géneros. La verdad inherente del documental siempre ha tenido un poco de ficción, y la ficción bien hecha siempre ha tenido un poco de documental y realidad. Si se tienen que romper los límites y las formas para contar mejor una historia, entonces me parece estupendo.
¿En algún momento te molestó tener una cámara frente a ti invadiendo tu intimidad?
No, eso no pasó nunca. Porque una película de este tipo sólo se puede hacer si hay un nivel de confianza y un nivel de respeto muy grande. También si sabes que si hay un momento en que ellas te molestan lo puedes decir abiertamente, o incluso, un momento que quieras guardarte. Siempre tuve la consciencia de que si en un momento la película estuviese lista y hubiera algo que no quería mostrar, tenía el derecho de veto. Yo sabía que tenía ese poder, pero nunca tuve que decirlo. No, Petra y Lea nunca me molestaron y tampoco fue que grabáramos siempre, tampoco estaban aquí todo el tiempo. Eran secciones de trabajo muy bien definidas, muy largas a veces y muy cancinas también, pero definidas como en un planning del día.
¿Cómo se preparan los actores mentalmente para abordar de manera muy profunda su intimidad, pero también sin que les importe tanto lo que pueda pensar el público sobre ustedes?
Yo creo que la relación entre actor y director es muy importante. Cuando enfrente de ti tienes a una directora que no es solamente alguien que está interesada en tu capacidad performativa, sino también en tu persona, en cómo eres, en cómo te sientes para ser un poco más exagerado o un poco dual, entonces tienes menos miedo de autocensurarte. Ahí puedes abrirte más sin hacer la jodida pregunta de, ¿cómo me voy a representar? o ¿cómo me voy a contar? Más que preparación, es confianza en la sensibilidad de quien te guía, y esa confianza va a ser que tú creas en ti mismo.
Cuando Lea y Petra terminaban de filmar en estos periodos, ¿qué opinaban tú y Serge sobre el documental?
Siempre hemos trabajado juntos. Petra y Lea nos pusieron como tarea grabar un diario en vídeo y nunca paramos. Al final esos registros fueron las voces en off que se utilizaron en la película. Además Serge nunca paró de filmar mientras estábamos solos, así que lo vivimos también como un cuento poético de lo que nos pasaba. La película siempre estuvo con nosotros todo el tiempo. También cuando Olmo ya había nacido, el diario siguió siendo muy importante para sobrellevar la película. Fue un momento muy importante y muy agradable.
¿Qué crees que dirá y pensará Olmo acerca de la película?
Ahora me doy cuenta que me hice esa pregunta cuando Olmo era muy pequeño. También pensaba, ¿cómo le voy a decir a mi hijo que mi trabajo es de noche? o ¿cómo voy a decirle que trabajo en un teatro? Y muy rápidamente te das cuenta que esas preguntas no son importantes ni necesarias. Este niño cayó desde pequeño en este mundo bohemio y artístico, así que no tenemos que explicarle nada. Olmo ya ha entendido que sus papás son actores, que están en el cine y en el teatro. Incluso él ya vio trozos de la película, porque a veces está en un festival con nosotros y nos señala y aplaude cuando salimos a cuadro. Al final entiende mucho más de lo que nosotros pensamos. No tiene necesidad de que les expliquemos todo, ellos entienden. Olmo ya tiene 3 años.
Después de todo este proceso de la película y el embarazo, ¿cuál fue la lección más dura de ser madre?
Creo que ese es el tema de la película. Creo que a veces por miedo queremos agarrar todo con fuerza y no soltar nada. Y eso no es un buen método para vivir el presente. Así que creo que el embarazo y mis primeros años de madre trabajadora, de madre profesional y de madre artista, me han enseñado que hay que intentar vivir el presente, porque el presente es nutrimento para la vida y para el arte. Creo que sí es posible tener y quererlo todo. Yo soy de esas mujeres que quieren todo, pero eso es posible sólo si no cerramos la mano muy fuerte, hay que relajarnos y abrir los brazos. Las cosas llegan si sabemos abrazarlas, sin ser demasiado voluntariosos. En la vida hay que dejar cosas para poder aceptar otras. Creo que es un poco eso.
En la cinta vimos un poco de ti antes del embarazo y después de él, pero, ¿qué pasó después con su relación?, ¿de alguna manera podemos decir que la cinta les ayudó a mejorarla?
La película nos ayudó justamente a contar juntos esta historia. También nosotros somos una pareja de trabajo, porque siempre hemos actuado juntos. Nuestros espectáculos y nuestros proyectos son el fruto de nuestra relación. Así que la armonía como pareja fue obviamente tener un momento de reflexión: contar esta historia tan fundamental para los dos y que nos une tanto a ambos.
Creo que también nos ayudó a narrar partes de nosotros, que aunque ya las conocíamos, el simple hecho de compartirlas con un público hizo que se contaran sin censuras, y eso creo que nos sirvió para relativizar más las cosas. También ver que hemos hecho esta película con tanto amor, mirar de lejos a nuestra pareja y quererla aún más. Creo que estamos contentos de lo que somos, y ver que la pareja que hemos representado en pantalla es tan similar a lo que de verdad somos, eso me gusta.
Además de estar de gira con Olmo and the Seagull, ¿qué haces ahora de tu vida?
Ahora trabajo aquí en París con la obra Ricardo II de Shakespeare, donde actúo todos los roles de mujer. Además empezamos los ensayos de un proyecto más personal, dirigido por Serge. Es una adaptación teatral de una novela de Ingmar Bergman que se llama Conversaciones Privadas, la hemos adaptado de otro autor y por otra parte comenzamos una obra que va a mezclar teatro y danza de una manera muy particular. Aquí también intentamos romper los límites de una forma que tiene que ser bastante delimitada: la danza y el teatro, que es algo que se cuestiona mucho. Pero tratamos de encontrar nuestra forma personal para llevarlo a cabo.
¿Cómo fue esa experiencia en México a través de Ambulante?
Yo no conocía Ambulante. Nunca había estado antes ahí, pero para mí fue muy impactante. Llegué primero a Torreón, luego pasé una noche con amigos en la Ciudad de México y después fui a Morelia. Vi dos ciudades completamente diferentes, con un público muy distinto y me pareció un reto increíble lo que hacen estas chicas de Ambulante, digo chicas porque son más chicas que chicos. Sobre todo, la manera de llevar el cine documental a todas partes.
A veces se cree que el documental es muy de la elite, pero hacerlo llegar a la gente de otros estados me pareció algo absolutamente fundamental para que el pensamiento crezca y para que la dirección avance. Porque el cine documental es increíble, llega a lugares escondidos de la mente y a zonas geográficas diversas, donde todo lo atrevido tiene acceso y existe esta generosidad que tiene el documentalista de querer contar el tema muy de cerca con la gente. Eso es muy importante y creo que el cine documental tiene mucho más público de lo que pensamos, es un cine que toma al público y lo lleva a la acción. Después de un documental no paras de hacerte preguntas, no paras de pensar. Otra cosa que percibí, gracias a que vivo en París y luego visité la Ciudad de México, es que estas ciudades suelen concentrar toda la cultura, y acciones como las que emprende Ambulante la descentralizan. Yo estaba muy honorada de participar y me creció la estima del trabajo loco que hacen estas mujeres.
Estuviste en tres ciudades diferentes: Ciudad de México, Torreón y Morelia ¿Hubo algo en particular de cada una de las ciudades que te llamara la atención?
Creo que encontré realmente a la gente en las sesiones de preguntas y respuestas. Ahí me di cuenta cómo mi película puede ser leída en varias capas. Por ejemplo, en Torreón sentí una conexión muy familiar con la gente, porque viven de una manera más alejada del centro del país. Estaban muy interesados en la manera de vivir en Francia y cómo era vivir en otra ciudad como París, cuestiones más personales. Eso para mí fue muy lindo porque me doy cuenta que después de haber pasado una hora y media conmigo en la película se creó un halo de intimidad y de familiaridad. En serio, la gente me hablaba como si me conociera, haciéndome preguntas muy íntimas, y eso fue muy tocante.
En Morelia fue distinto, a lo mejor porque también tienen otro festival internacional de cine, entonces era un público más preparado. Las preguntas giraban en torno a los procesos de creación o filmación, y menos sobre el lado personal. Pero en las dos ciudades he sentido que ser trabajador y tener hijos es un tema muy fuerte. México es un país donde probablemente los hombres detienen su responsabilidad de ser padres, y por otra parte, donde la sociedad tarda en ayudar al proceso de liberación de las madres trabajadoras. He sentido que es un tema muy urgente.
Para terminar, ¿de alguna forma te ha ayudado esta película para conseguir algún papel más en una carrera cinematográfica?
Concretamente todavía no. Sólo hemos ido a festivales en el extranjero y la película aún no se estrena en salas francesas. A lo mejor cuando llegue a Francia algo tiene que salir después. He tenido muchos reconocimientos de actores, artistas, de gente que valoro mucho y eso hace que uno se diga que ha hecho muy bien las cosas. Espero seguir trabajando en esta línea porque esta sensibilidad con la cual hemos contado la película siento que me pertenece. Quiero continuar, pero no, Francisco Coppola no me ha llamado. (risas)
Espero que se apure.
Ya sé. Espero también lo mismo, que se apure. Pero por el momento sigo haciendo teatro, estoy cómoda ahí, pero admito que me gustaría hacer muchísimo más cine.