Star Wars: El despertar de la fuerza, el letargo de la imaginación

Por Adrián Ávila

Aclaro desde un principio que Star Wars, The Force Awakens (o El despertar de la fuerza) me gustó. Es una buena película, pero ahí radica el problema, es simplemente palomera. Si bien Disney se caracteriza por presentar cada década un matiz distinto, pero repetitivo de las mismas fórmulas (con algunas excepciones como Pixar), consideraba que J. J. Abrams, quien tenía como antecedente las series Lost Fringe, así como las recientes películas de Star Trek, podría darnos algo de acción, una narrativa redonda y por lo menos alguna sorpresa, un giro de tuerca, pero no.

Supongo que la jugada de Disney es atrapar a las nuevas generaciones hacia la telaraña de Star Wars, y lo están haciendo bien. Basta con observar sus récords en taquillas: mil 100 millones de dólares en apenas 12 días, sin contar que rompieron otro récord en la preventa. Además, la respuesta positiva del público en general, la ha posicionado entre las mejores de la saga. En las redes sociales surgen memes, teorías, explicaciones, relaciones y chistes sobre los personajes. La gente parece fascinada, pero esto mismo es lo preocupante.

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El público parece emocionarse simplemente porque se trata de Star Wars, como si fueran un ejército de fanboys. Coincido con la opinión de George Lucas que The Force Awakens la trataron de hacer muy retro. Sí, la primera trilogía (episodios IV, V y VI) no contaba con la tecnología de la segunda y esto genera un desbalance en la fuerza, pero al menos, como el mismo Lucas dijo alguna vez al comparar las dos generaciones de Star Wars, «you see the echo of where all is gonna go. It’s like poetry, they rhyme».

Ambas trilogías rimaron, fueron diferentes, pero simétricas sin parecernos nada tan repetitivo. Por ello, cuando anunciaron que The Force Awakens se desprendería del universo de Star Wars y crearían algo completamente nuevo, sentí emoción por ver qué rayos iba a pasar. Mi queja principal es la tercera Estrella de la Muerte, digo, el Destructor de Estrellas, la forma de destruirla tan fácil como en la primera, no hay una simetría como con Lucas, sino casi un plagio tan obvio que me arrancó de la inmersión narrativa. Uno no puede ver esa cosa en funcionamiento sin pensar que alguien dirá cuál es el punto débil y la destruirán como en el episodio IV.

Si tratan de hacer algo diferente por qué hacen de Rey un personaje tan similar a Luke o Anakin. Solitaria, en el desierto, abandonada por su familia, a causa de un droide es guiada hacia un sabio que le dice su destino y se le entrega una espada, parece indecisa, pero al final demuestra su valor peleando contra el asesino de su mentor, en este caso al menos la figura de Han Solo con quien comparte varias similitudes.

¿Es tan pequeña la galaxia para que roben el Halcón Milenario para escapar y que el mismo Han Solo los encuentre? En un principio uno siente la emoción de que Snoke sea gigante porque uno imagina las posibilidades, pero después es un mero holograma como el antiguo emperador. El Nostalgia Critic hace mención de los excelentes actores que tiene la película, pero no explota, Andy Serkis, Max von Sydow y Gwendoline Christie.

Reconozco que existen tópicos y temas recurrentes en la narrativa, pero si Geogre Lucas ya había aplicado la teoría de Joseph Campbell, El héroe de las mil caras en la primera trilogía, para qué copiarla. Por ello los mejores personajes me parecieron Kylo Ren y Finn. Ambos son originales dentro del universo fílmico de Star Wars.

Kylo es un ser indeciso entre el bien y el mal, parece confundido, y es un inexperto, una persona empeñada en alcanzar los objetivos de un pasado intransigente, revivir en él una figura legendaria, es caprichoso, berrinchudo, sí, pero también tiene un enorme poder. Está en un lugar neutro básicamente, es tan inconstante que en cualquier momento se le puede cambiar de bando y funcionaría.

kylo

Por su parte Finn carece de un pasado fijo, apenas sabemos que era un soldado del Nuevo Orden, quien dimite en su primera misión porque no cree en su causa, fue arrebatado de su familia cuando apenas era un niño, es contradictorio porque aunque trabajaba en la limpieza del Destructor de Estrellas, conoce sus puntos débiles, es excelente tirador y puede enfrentarse a Kylo Ren sin tener un entrenamiento jedi, es más, ni siquiera se nos dice si tiene alguna clase de poder, pero reconocemos que es especial. Su grado de indeterminación, su egoísmo, su enamoramiento le da posibilidades a los guionistas de llenar esos huecos en la siguiente parte de la trilogía.

Estos dos personajes rescatan mucho la cinta, porque Rey y Poe Dameron son tan planos como la actuación del Anakin niño en La amenaza fantasma. El Destructor de Estrellas no tiene mucho sentido si va a ser destruido tan fácil como las Estrellas de la Muerte, porque hasta la segunda estaba justificada para tenderle una trampa a las fuerzas rebeldes. De haberse evitado esas similitudes que parecen tan forzadas, la llegada a la muerte de Han Solo hubiera sido más asertiva. En cualquier otro escenario Kylo se hubiera enfrentado a Han, Rey y Finn. No era necesario revivir ese pasado, así el Nuevo Orden parece más patético que amenazante.

Una obra narrativa necesita seducirte, atraparte al menos en una primera instancia para llevarte a la catarsis aristotélica, al menos es lo que me parece rescatable de muchas obras. Recientemente vi un documental falso que retrata la vida de un grupo de vampiros que vive en la Nueva Zelanda contemporánea, What we do in the shadows (2014) dirigido por Jemaine Clement y Taika Waititi, y aunque la premisa suena un tanto absurda, me la creí por completo. Y no soy de los que observen por primera vez las películas con ojo crítico, por lo regular aplico lo que dice Antonio Alatorre, primero me acomodo, disfruto la obra y luego realizo una relectura para observar cómo hicieron tal cosa, por qué me gustó otra, etc.

The Force Awakens pudo ser una gran película, pero terminó por parecerse mucho a los refritos. 2015 fue el año de la nostalgia, Terminator Genesis, Jurassic World, Misión Imposible, Mad Max Fury Road, y sólo ésta última nos presentó una verdadera película de acción, redonda de principio a fin. Disney tiene gente muy creativa trabajando en la saga como para vendernos algo viejo en un nuevo paquete. Por fortuna es apenas la primera de la trilogía y probablemente puedan mejorar o muchas preguntas sean respondidas en las subsecuentes, pero por ahora parece que la fuerza despertó mientras la imaginación sigue en letargo.

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