Bestia Festival 2016: musicalizar una era distópica. Entrevista con Claudia Curiel

Por Miguel Ángel Morales

Fotografía: Luis Manuel Rivera

Escribo esto el día que Donald Trump ha ganado las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Lo inevitable: el peso emprendió un nuevo viaje en picada respecto al dólar y probablemente lo siga haciendo de forma dramática en un buen rato. Ciertamente, es un momento distópico por donde se le vea. La cultura, como pasa a últimas fechas (¿o desde siempre?), merma en cuestión de propuestas alejadas del tufo mercantil. Sí, proliferan los festivales masivos y se abulta la cartelera de conciertos, pero a veces es difícil distinguir un sello distintivo en medio del desierto de aburrimiento al que nos está llevando la ansiedad capitalista. Por suerte, existen más salidas para que los músicos den a conocer sus creaciones. Pero el dinero escasea.

Naturalmente, esto no es impedimento para que la creación fluya y resista: diciembre hará coincidir a dos festivales representativos de esa resistencia distintiva asentada en la Ciudad de México, Aural y Bestia. Ambos se han distinguido por su tradición de ruptura respecto a otros festivales mediante exploraciones sonoras, propuestas disonantes y  tonos oscuros. Particularmente, Bestia ha sido conocido por su hazaña de reunir a varias de las diferentes encarnaciones del monstruo llamado John Zorn, además de traer a talentos como The Ex, Moonchild o Marc Ribot. En su cuarta edición, a celebrarse del 1 al 4 de diciembre, el festival dirigido por Claudia Curiel logró otra pequeña hazaña: poner en un mismo escenario a John Medeski (John Zorn, Medeski, Martin &Wood) con Lee Ranaldo (Sonic Youth) para musicalizar la mítica Le Voyage dans la Lune, de Georges Méliès. Sonidos que van muy bien para estos tiempos.

A unos días de abrir el telón, conversamos con Claudia en las instalaciones de la Cineteca Nacional.

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¿Cómo ves a Bestia en esta cuarta edición? En la primera tuvo una impresión muy poderosa con la inclusión de Moonchild en el Diego Rivera Anahuacalli, y la tercera, con ese cine concierto con John Zorn en el Auditorio Nacional resultó memorable. 

Yo creo que el país está en una crisis profunda y hacer proyectos de este tipo cuestan mucho porque se basan en construir y generar recursos. Pero finalmente, aquí estamos. La programación es la misma. Son cuatro eventos, como lo hemos hecho siempre. Ahora no está la sede del Auditorio Nacional porque cambió de dirección. Volver a gestionar todo con ellos fue imposible ya que no se prestaron los tiempos. En lo que se adaptaban, yo tenía que salir, buscar propuestas. Entonces, salió la colaboración con Aural. Hay una diferencia que hay que contemplar: cuando empecé a hacer el festival hace años el dólar estaba en 11 pesos. Hoy está a 20. Como sabes, todo se cotiza en dólares. Estos son festivales que no te hacen rico, sino que están subsidiados. A ti un boleto te cuesta 500 o 600 pesos, pero si yo te lo cobrara sin estos apoyos te costaría mil 500. Entonces, generar la estrategia para absorber todo eso es muy complicada, y nosotros, como puedes ver, no tenemos patrocinadores ni marcas. Dependemos de apoyos del Gobierno, inversionistas y de nosotros, que nos estamos que nos estamos rifando, sobre todo. Esto responde al momento actual que vivimos y creo que es un reflejo de cómo está el país.

Al ser la cabeza del festival sería interesante conocer qué gustos musicales rondan en tu cabeza. Particularmente, me gustaría que nos remontáramos a algún momento de tu infancia, como cuando tenías unos 10 años. Normalmente la música que se escucha en esos primeros años nos marca. ¿Tienen algo que ver las propuestas que escuchabas en ese entonces con las de ahora?

Estas propuestas me gustaron hasta mucho después. Mi papá era músico. Era pianista. De hecho, yo estudié piano clásico y en ese sentido, siempre escuché cosas más, digamos, formales. Eso me marcó de alguna manera. Ya más grande, me empezó a gustar mucho más el tipo de música como la que elegimos en Bestia y que a final de cuentas tiene una relación muy directa con la música que escuchaba; tiene otra estructura, otra complejidad. No se trata de ritmos como los de la música pop o electrónica que tienen ciertas estructuras que se repiten habitualmente. Estas son construcciones más como obras musicales que se relacionan a la música clásica. Eso es lo que a mí me apasiona y por eso conecté en otro momento con esto.

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¿Qué tipo de propuestas escuchabas en la adolescencia?

En algún momento estuve enferma por los Beatles. Estudié toda su obra porque tenía mucha relación con la parte de la música clásica. Después, entré a trabajar al Festival Radar. Ahí descubrí que el metal me gustaba tanto como la música clásica. Después entendí que viene de ahí, que tiene muchas estructuras y complejidad de composición.

Cuando empezó el festival Bestia allá por 2013 existía una noción de cómo hacer un festival propiamente. Teníamos por ejemplo al Festival Corona por un lado, con su estructura gigantesca, y por otro, estaban propuestas como la de Aural, del propio Radar, festivales más pequeños pero que lo compensaban con riqueza y experimentación. Se dice en algunas publicaciones que incluso ese concepto se encuentra en crisis…

Yo siempre quise hacer un festival pequeño, íntimo. Nunca he mirado a lo masivo, no me interesa. Eso tiene que ver con una lógica comercial y con música que a mí no me interesa en lo absoluto promover. Evidentemente la música que elegimos habla de un nicho un poco más pequeño; la idea es expandirlo y que más gente se dé la oportunidad de escuchar otras cosas que no están estandarizadas y que te permitan abrir tu mente a otro tipo de pensamiento.

¿Por qué se da esta colaboración con Aural?

No es algo nuevo. Hemos trabajado juntos toda la vida. Fue algo muy natural, de decir :«tenemos que hacerlo». Rogelio [Sosa, director de Aural] me dijo: «yo creo que lo voy a hacer [el festival} casi en las mismas fechas que Bestia». Entonces, en lugar de competir y tenerlo una semana antes, ambos dijimos «hagámoslo». Así, nos fortalecemos y hacemos una coproducción de contenidos interesantes, como el cine-concierto y lo de Godflesh, a los que estamos sumando los dos públicos, para que vean que estamos haciendo algo más potente a que si yo me separo y él se separa, pues nadie iba a tener el presupuesto para hacer algo con más fuerza, como lo que estamos haciendo juntos.

De las propuestas que vienen al festival, ¿cuál sería tu favorita?

Todo es mágico. El concierto acústico de la [Biblioteca] Vasconcelos ya se ha vuelto emblemático. Y también el cine-concierto con Julián Bonequi y todos estos músicos nacionales. Todo es de un nivel espectacular. Simulacrum es mi banda favorita. Cuando la vean van a estar de acuerdo en que es de lo mejor que se está haciendo actualmente. Cleric son los músicos jóvenes actuales con más punch de la escena. Músicos como [Mike] Patton los están jalando a sus proyectos. Son de lo mejor de su generación y posiblemente nunca más los vas a volver a ver. Y bueno. Godflesh en un clásico y quizá sea la última vez que los veamos en México. Por otra parte, cerrar con la proyección del filme Méliès con Medeski, que es un musicazo, y con Lee Ranaldo y su experimentación y locura, será algo particular al generar y resignificar esta pieza con otra música. Me gusta todo el festival. De Aural me quedo con Colin Stetson.

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CINE CONCIERTO 4 DIC from BESTIA Festival on Vimeo.

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