Por Adrián Ávila / @nicolaiwebster
Kanye West es el sujeto que está casado con Kim Kardashian, quien interrumpió a Beck al recibir el Grammy, vamos, el hombre se ha declarado el mejor músico de la historia y ha sido todo un patán con diferentes representantes de medios de comunicación. Debido a esto, el rapero de Georgia es de los personajes más odiados de la farándula y es más conocido por la polémica que por su trabajo musical. Sin embargo con su último álbum, The life of Pablo, demuestra que detrás de esa cortina de chismes, existe uno de los mejores músicos y productores de la escena popular.
Desde The College Dropout (2004) hasta Yeezus (2013), Kanye se había dedicado a experimentar en cada álbum, reinventar el hip hop, generar nuevas mezclas y romper estructuras armónicas, pero a diferencia de otros músicos experimentales, él supo mantenerse en los límites de la escena pop. The life of Pablo es la cumbre de un hombre que sabe quién es y sus capacidades. No encontramos tantas cosas nuevas, pero sí algo sólido.
En su canción, «I love Kanye West», corona de su megalomanía y autoparodia, nos habla de todos los Kanye que existen, sus diferentes etapas y estados de ánimo. Este track fue de los últimos en incluirse en el álbum, pero parece una pieza central que une todos esos Kanyes en un álbum, The life of Pablo. Pues desde el inicio sabemos que es algo diferente con una canción góspel, «Ultralight beam» un intro casi bíblico, la voz de un niño, la colaboración de Chance the Rapper y Kirk Franklin más un verso que nos recuerda que quizás todo esto sea simplemente el sueño de un dios.
The life of Pablo surgió de varias especulaciones, versiones del listado de canciones, títulos posibles, e incluso arreglos obsesivos por parte del músico, por ejemplo hizo 75 mixes diferentes de «Stronger» en su momento. Todo esto se ve reflejado en su álbum. Si Kanye sabe hacer algo, es producir, por ello cada uno de sus álbumes demuestra una solidez que pocos logran.
El álbum está dividido por segmentos. Como ya mencioné, un inicio expiatorio en el que Kanye parece mostrarse más equilibrado que dura hasta «Pt.2», posteriormente empieza a ser más agresivo con «Famous» hasta «Low lights» donde lo religioso y lo agresivo se conjuntan. Luego tenemos un momento con la pura voz de Kanye en «I love Kanye West», pero prosigue una sección más lúgubre de «FML» a «Wolves» y finaliza con «30 hours», «No more parties in L.A.» y «Fade» que nos remontan a la vieja escuela del hip hop.
Con «Famous» se puede apreciar cómo la controversia desvía la atención musical. En cuanto salió fue la canción más polémica debido a la referencia a Taylor Swift y el pleito que Kanye ha tenido con ella desde hace tiempo. «I feel like me and Taylor might still have sex why? I made that bitch famous». Pero musicalmente tenemos la conjunción de Nina Simone con Rihanna, quien canta una parte de «Do what you want» durante la pista y luego rompe la base rítmica sutilmente al meter el sample de la canción «Bam bam» de Sister Nancy, incluso parece que mete el órgano de una banda sinfónica de rock italiano Il Rovescio della Medaglia. Y no es simplemente la pretensión de poner música ‘rara’ y ‘poco conocida’, sino la calidad para armonizar todo ello en una canción popular.
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Y es que Kanye destaca por encontrar los samples precisos. El sujeto es un megalómano también y en cada track lo demuestra. Investigar los samples que utilizó para My beautiful dark twisted fantasy (2010) y Watch the throne (2011), álbum en colaboración con Jay-z, abre un enorme panorama musical sobre rarezas y canciones mainstream, pero olvidadas de la vieja escuela. Y justo en «No more parties in L.A.» encontramos al inicio con «Give me my love» de Johnny Guitar Watson, la base rítmica se basa en «Suzie Thundertussy» de Junie Morrison, la voz en un segmento de «Stand up and shout about love» de Larry Graham, un poco de «Mighty Healthy» de Gohstface Killah, de Wu Tang Clan, y hasta efectos del NBA jam del 2010, sin mencionar la colaboración con el hombre que nos presentó uno de los mejores discos del año pasado, Kendrick Lamar. Todo esto combinado logra una de las canciones más fuertes del disco, tal que Freddie Gibbs la utilizó para su canción «Cocaine Parties in L.A.».
Es particularidad de un buen disco que en conjunto suene bien y que las canciones en individual logren el mismo placer. The life of Pablo lo logra a pesar de pecar con versos fuera de contexto o de poca calidad como “Instagram is the best way to promote some pussy” o «My ex said she gave me the best years of her life / I saw a recent picture of her / I guess she was right, que hacen que la calidad se pierda por momentos y por lo cual se genera un prejuicio ante el trabajo de Kanye, quien, si bien es odiado por muchos, no podemos hacer menos su música. Yo no dejaría de escuchar a Pink Floyd sólo porque Roger Waters me parece pedante y molesto (aclaro que no comparo a la banda inglesa con el rapero de Georgia).
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Otro aspecto a destacar es la calidad de productor de Kanye, quien sabe manejar músicos a su antojo creativo. Ya en «Gorgeous» (2010) explotó la voz de Kid Kudi, y ahora cuenta de nuevo con él para «Father strech my hands» y realzar la canción con su rap popero. Además colaboran Chance the Rapper, Kirk Franklin, Desiigner, Rihanna, Young Thug, Chris Brown, The Weeknd, Ty Dolla $ign, Max B, André 3000, Kendrick Lamar y Post Malone.
A Frank Ocean y Caroline Shaw los menciono aparte porque son el ejemplo perfecto para apreciar la calidad de Kanye por reconocer voces y saber colocarlas en lugar preciso. Kanye ya había tenido una fascinación por el trabajo de la compositora en su colaboración en «Say you will» incluida en 808’s And Heartbreaks, pero aquí la voz aguda que acompaña todo «Wolves» le da un ambiente desolado a una canción que habla sobre los salvajes y pérfidos de por quienes se ve rodeado el rapero de Georgia y la ejecución de Frank Ocean corona la pieza.
Kanye West podrá ser uno de los seres más detestables de la farándula, pero si el prejuicio evita que se conozca su música, creo que deberíamos pensarlo como alguien que ya murió porque su música se quedará a pesar del tiempo y por encima de la persona está su trabajo artístico. The life of Pablo, que deja un poco el misterio de saber a qué Pablo se refería, es uno de los mejores discos del año que cualquier melómano no debería perderse. Y no, no es el mejor disco de todos los tiempos.